EL HOMBRE DEL ESPACIO

A mí me llegan muchas propuestas para hacer reportajes.

Con eso que yo vivo diciéndole a la mara que me avisen si saben de alguna cosa rara, a veces me cuentan cada "de vaqueros", que debo remitirme a las pruebas inmediatamente, porque ya me he agarrado a alguno, que quiere pasarse de tacuazín.

Hace tiempo, me llevaron la noticia de que por allí en un pueblito cercano, había un hombre que aseguraba haber venido del espacio. Yo, a esas babosadas no le pongo mucho coco, porque siempre resultan ser sólo eso, charadas o sueños de opio de algún jodido. Aunque sí hay gente que se mete de lleno a la investigación del fenómeno OVNI y a veces, lo dejan a uno pensando y hasta algo arralado.

Pero esa vez ofrecieron llevarme y solamente para saciar la curiosidad, me fui a chotiar al Alien, este. ¡La gran puchis! Ese si que estaba bien tostado. Desde que llegué vi que en la ventana tenía un pedazo de cartulina verde con un dibujo de una nave espacial, que decía: “Aquí vive Metis”. Me sonó a diosa griega eso.

En el fondo, esperaba ver al menos a alguien vestido con traje espacial, pero no, era un hombre como de 70 años, sequito, medio cabezón que vivía en una casa sencilla, entre un tremendo desorden y olorcito a miados. Y en la pared, tenía un cuentazo de cartulinas con dizque constelaciones que la humanidad no había conocido. Yo de paso, le pregunté que dónde estaba su telescopio y me dijo, que no necesitaba, que él observaba las estrellas así nomás, porque tenía ojo biónico. –Quiero ver-, le dije yo. Pero me salió con que no todos los días se le daban los poderes.

Yo ya no aguantaba la risa muchá. Pero lo peor fue cuando apareció la esposa, una cuata como de 25 años, que cargaba un churute en la cabeza, con una sercha atravesada. Según me dijeron, eso le servía de antena, para una mejor comunicación con los extraterrestres, pues ella sí era terrícola. ¡Ay Dios!

-Y de qué lugar del espacio viene usted y qué hace por acá - le pregunté al hombre.

–De un satélite de Júpiter que se llama Ledais- me dijo-. Vine en una nave y mis amigos me dejaron por equivocación, pero pronto van a regresar por mí.

“E.T. phone home”, pensé rapidito.

Yo no sabía si él estaba loco, o a mí ya se me había sobado la matraca, por estar perdiendo mi tiempo en tan insólita situación.

Me llamó la atención que tenía 3 muchachitos con la patoja cabeza de sercha y todos tenían nombres raros que sonaban algo así como: Eretz Manuel, Mezic Alberto y otro que se llamaba Jovis no se qué. Los patojitos estaban mas pilas y cómo se reían. A pesar de ser chiquitos se notaba que sólo les llevaban la corriente a los tatas.

Me dijo Metis que esos nombres eran de planetas. Luego me enseñó una serie de planos de naves espaciales, pues me aseguró que él era una especie de ingeniero y que se dedicaba a eso allá en su satélite. ¡Va pues!

Los dibujos eran muy buenos y todo bien distribuido. Tenía su habilidad. Por un ratito me acordé de la serie V Invasión Extraterrestre, donde los marcianos se tragaban a la gente y me dio miediquis seguir allí, no fuera ser tanta la obsesión que al darles hambre, decidieran convertirme en su cena.

No estuve mucho tiempo en ese lugar, pero salí de allí muerta de risa, claro nunca me reí en la cara del señor. Al final me dio como lástima.

Después averigüé que el nombre ese que se puso, además de ser el de la esposa de Zeus, era el de un satélite de saturno y los nombres raros de los chirisitos, realmente eran de planetas, pero en idiomas diferentes al español. De plano el tipo había leído algunos libros, porque en ese tiempo, malaya el Internet.

Definitivamente en esta carrera, se encuentra uno cada chusemas, que al menos sacan un poco de la rutina y de tantas malas noticias.

Nunca volví a saber de Metis. Ojalá hayan vuelto los jupiterianos del espacio y se lo hayan llevado para que fuera feliz por siempre, con todo y su sercha.

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Foto alien: www.reguite.free.fr