BABOSADAS MIAS Y DEMAS HIERBAS

LA CHACHI, ALOCADA PERIODISTA MUY CHAPINA

24 enero 2017

MI ABUELITA Y EL HONORABLE

En los días de Cuaresma y acá, viviendo lejos, siempre me dan ganas de leer un boletincito de los estudiantes, de esos que salen cada viernes allá en Guate y que los venden los encapuchados en las camionetas. Cuando era chiquita, me daban algo de miedo esos enmascarados porque casi siempre, olían algo a guaro, pero después les agarré confianza.

Recuerdo que mi abuelita, que en gloria esté, tenía una cierta debilidad por los Sancarlistas. Siempre se ponía a llorar cuando contaba de los universitarios que mataron en tiempos de Ydígoras, a principios de los años 60.

Venía de una familia muy educada, con muchos miramientos y ella, nos inculcaba buenos modales y el respeto a las personas. También, yo digo que era medio revolucionaria, porque a pesar del tiempo en que le tocó vivir, era una mujer muy enérgica y nunca le gustaron los abusos de parte de nadie y, muchos menos que vinieran de algún hombre hacia una mujer o un niño. La sumisión para ella, era algo que había dejado muy lejos, por tratarse de una injusticia.

Siempre le llamó la atención la Huelga de Dolores, pero nunca hubo alguien que se atreviera a llevarla a ver una en la calle; con eso de que tienen fama de bendecir con miados, andar bolos y sacar a bailar a las chavas, ya imagino a mi abuelita, echándose a la parranda con los patojos a media calle y mandándolos a lavarse las manos.

Pero lo que no perdonaba mi santa viejita, era que le faltaran sus boletines. Eso sí, mi mamá y mis tíos tenían que estárselos llevando cada semana, desde que empezaban a salir. Aún recuerdo que costaban choca y después subieron a 1 quetzalito.

Era llegándole el boletín a las manos y ella llamando a alguno de sus nietos para que se lo leyéramos, porque ya no alcanzaba a ver la letra tan chiquita. Nosotros a veces, nos hacíamos los quites, porque nos daba un poco de vergüenza leer las malas palabras delante de los papás. Pero mi abuelita era buena onda, nos daba permiso y le entrábamos a la lectura de tan culto e ilustrativo documento. Ella siempre fue de menta amplia y limpia.

Después de oír las marchas de Semana Santa, que le fascinaban, mi abuelita se instalaba en un sillón y empezaba a oír toda la ensarta de rimas burlonas y en cada una, se tiraba tremendas carcajadas; a veces, nos pedía que repitiéramos los párrafos, para volverse a reír.

¡Ah, que tuanis! Yo me apuntaba para hacerle de lectora porque podía uno decir un montón de vulgaridades, sin que nadie lo regañara. Yo leía muy seriecita, como a quien le han encomendado una tarea delicada. Y cuando decía las palabrotas y las frases shucas, ni me reía, me hacía la loca y seguía leyendo.

- No se preocupen – decía mi abuelita – ella es chiquita, no sabe lo que quiere decir eso.

¡Ja, no pues, la master! Si oyeran los chistes que yo me echaba, creo que el mismo Honorable me hubiera contratado. Pero eso es parte de la forma de ser del chapín. Desde chiquitos, contamos colorados.

Lo mejor era cuando llevaban el “Nonostientes”, con todo el montón de fotos y dibujos de hombres y mujeres en pelota. Mi mamá se lo daba a escondidas a mi abuelita para que yo no lo viera, pues allí con tanta pornografía, era preocupante para cualquier madre responsable. Recuerdo que una vez, mi abuelita no encontró a alguien mayor para que se lo leyera y me llamó, cuando vi, estaban tachadas las chiches, los panes y los pipiriches. ¡Ah, así ya no tuvo gracia! Pero siempre hice el sacrificio de leerlo. Si pués, cómo no.

Ay mi abuelita, tan linda, tan dulce y tan chistosa. Creo que no hubo quien me amara más que ella. Pero, cuando la recordamos, no nos deja ponernos tristes, porque siempre se nos atraviesa su música, algún chiste y mucha risa. Luego les contaré más de mi querida abuelita, de quien heredé la forma de ser y la casaca.

Al muy leal, carismático, pero no por ser cachureco, pelado, cantineado y siempre bien ponderado Honorable Comité de Huelga de Todos los Dolores, les doy las gracias por tanta charada y a mi abuelita sacar tanta sonora carcajada.

Por allá ha de estar en el cielo, poniendo a leer los boletines a los mártires de los 60’s y bailando la Chalana.

...
Ilustración de la Chabela: www.huelgadedolores.com

28 noviembre 2015

¿SERÁ QUE PUEDO SER UNA CHICA BOND?...O TAL VEZ YA LO FUI.



El Otro día mi Luchito y yo, nos fuimos a ver al James Bond 007, Spectre porque ¡Púchis!, cómo me gustan las películas del Double Ou Seven, pues además que se va uno a entretener con tanta peleadera y estalladera de cosas, yo la verdad que me voy a dar tremendo taco de ojo con los protagonistas. Ésta ya es la cuarta producción con el Daniel Craig, que como ya dije en el Facebook, está bien potable por cualquier lado que uno lo vea.

Eso sí, como también dijo la Sagal, no habíamos reparado en su edad y como que no se ha cuidado mucho, porque a su apenas 47 vivarachos y traviesos añitos, ya parece de más el señorón. Bueno, de la cara, porque del cuerpo está bien prescribible para cualquier dolama y chaquirria que usted amable señora o señorita, pueda padecer en este día...

O sea que viéndole la cara al James Bond, como dijo mi prima la Momis, está como mueble fino: "bien acabado". Pero tampoco está como para hacerle el repollito con la camisa de Armani, porque con una sola mirada de esos ojazos azules, logra todo el fregado.

En lo que yo me puse a pensar es en ¿qué se necesitará para ser CHICA BOND? ( Léase bien, que no dije CHICA AVON, que para eso se necesita más que un catálogo y poder de convencimiento, sino mucha astucia). Me puse entonces a investigar qué se había escrito al respecto y como que encontré que yo no estoy tan mal (vuelvo y repito, soñar no cuesta).

Dícese que habrá que llenar los siguientes requisitos:

- SER INTRÉPIDA. Bueno, con mi carrera de periodista internacional, yo he andado en cualquier lado, ya pocas cosas logran sorprenderme. Miedo, siempre he tenido, pero me lo he aguantado, aún perdida en la selva o arriba de un helicóptero colgando las patas, o aguantando miradas feas de políticos.

- TENER UNA PROFESIÓN ATRACTIVA. Bueno, allí sí me las puedo. A la gente siempre le gusta que uno les cuente algo de lo que hace. El periodismo de investigación siempre es algo enigmático y casi toda la vida anda uno metido en rollos.

- SER INDEPENDIENTE Y SEGURA DE SÍ MISMA. Ah qué sí, en eso sí que me pinto sola. Yo he viajado solita mi alma por Europa, casi siempre vuelo sin compañía alguna y no sé por qué a menudo me ponen en primera clase, sin haberla pagado. A los hombres siempre los he visto como una compañía, no como un medio de subsistencia. ¡Pa que veyan! (Cuando no, la mujer de mundo...jajaja).

Pero, vamos bien...vamos bien.

- SABER ARTES MARCIALES. Es sabido de todos que aunque sea una mis voladoras y mis buenas trompadas aprendí a dar en el Tae Kwon Do. Y por allí por empezando por el Poomsae, ya brava a lo mejor les hago un Tuio Dollyo Chagui, que traducido sería "patada circular en vuelo con apoyo previo". ¡Ah chish!

- MANEJAR LAS EMOCIONES. Si eso quiere decir tener vocación de payaso, respecto a que por dentro sienta uno una cosa, pero por fuera se haga cara de que no se siente nada...Yo para eso soy especialista. Porque a mí todos los días me duele algo, o mejor dicho "me duele todo", y ando pelando el diente a diestra y siniestra.

- SER ELEGANTE Y GLAMOROSA. ¡Ah ni máis! Con un Chanel, hasta la Carmelita Salinas la hace muchades, no frieguen. Nel, verdad. Ya sé, para eso se necesita de un poco más de estilo innato. Además, contratamos un asesor de imagen y asunto arreglado... Y no creo que por mal combinada, me metan así nomás a primera clase sin pagar a cada rato...NEEEXT.

- SER BONITA Y ATLÉTICA. ¡Ay, ve pues!, se fue poniendo difícil el asunto...Pero como dicen, "no hay mujer fea, sino mal arreglada". Entre el asesor de imagen y mi grand máster de Taekwondo, como que se pueden apuntar para los arreglitos. Y fíjense que a eso, en algunos lugares que encontré le agregaron: OJOS GRANDES Y LABIOS CARNOSOS. ¡Vé! ¿Me llamaban?, dijo Kiko. ( Ahora, como el hijo de doña Florinda, no sé qué voy a hacer con los chachetes).

- SABER DE MUCHAS CULTURAS Y HABLAR VARIOS IDIOMAS. ¡Ah hijoemochas! ya se complicó. Pero, yo vengo de un país multilingüe y pluricultural...¿Valdrá eso, muchá? Pero no sé hablar ninguna de esas lenguas milenarias...(como muchos que nacimos en la cuna del mundo Maya). Al menos le mastico algo al inglés, entiendo un poco el italiano...y si tengo internet, me ayudo con el Google Translate.

- CONOCER DE ETIQUETA Y SABER TOMAR CON ELEGANCIA. Aquí sí, medio me las defiendo a la hora del banquete...y del chupe ni hablemos. Desde un vino AurumRed Serie Oro de 17,000 euros la botella, hasta un simple Martini Perfecto, muy al estilo 007...(La Chachi sí que es más charaaaa).

Pero, no me califiquen ni bien ni mal todavía. A ver, agreguémosle a eso lo siguiente: Aprendí a cambiar llantas de carro, a montar a caballo, aunque un día me caí y me golpeé la shola. También un día aprendí a patinar velozmente en cuatro ruedas, sé jugar capirucho y bailar trompo. Manejo carro de cambios y automático, una vez buceé un poquito en el lago más bello del mundo y de vez en cuando me echo unas mis miradas seductoras. Ah y manejo muy bien el látigo...Sí es que una vez me enseñó un domador de leones en un circo. ¿No se acuerdan que les enseñé las fotos?...Ya pensaron otra cosa.

Bien, así como que entre ayudante de Indiana Jones y chofer de bus extraurbano, a lo mejor la pego de Chica Bond algún día. Porque otra cosa que vi, es que no hay que estar tan jovencita ni tan intrépida para llegar a ser la chica del 007. Si no miren a la Mónica Bellucci, que ya pasa los 50 y muy bien que se echó su escena de amor con el Daniel Craig. Claro, antes le dijo: My name is Bond. James Bond. ¡Ayayayay! Y no tuvo ni qué hacer nada de lo antes mencionado, con excepción de ser elegante y glamorosa.... Y eso, ya sabemos con qué se arregla. Ah y tener los ojos grandes y los labios carnosos...cosa que a mí no me amedrenta para nada...jijijiji.

Concluyo mis patojos, que con todo y mis dolores fibromiálgicos y/o artríticos...y por tales motivos ya no practico ni el Taekwondo, ni ando montando caballos, ni colgando las patas en helicópteros, ni perdiéndome en la selva, ni domando leones, ni nada peligroso, ni mucho menos. Ah y tampoco me echo ya mucho mis capirulazos...creo que algún día fui tal vez una Chica Bond y lo único que pasó es que no fui al casting.

Y a lo mejor, aún lo puedo ser, pero con mi 007 personal, el que siempre anda con el cabello bien cortadito estilo James Bond y es muy atlético. Porque para vivir conmigo y aguantarme, hay que tener la valentía y ser tan intrépído como el mejor agente secreto. Y no se hace aquél.

20 agosto 2015

CON UN VIENTO ATRAVESADO




 En mi hermosa tierra,  la frase que refiere a tener un "viento atravesado" precisamente es un poquito más dura y directa. Acostumbramos decir a aquellas personas que siempre andan con algo inmediato qué hacer, o algo urgente, o con poco tiempo para dedicar a otros,  que siempre andan “con un pedo atravesado” (disculparán la palabra).

He de contarles, que nada tiene qué ver con distensiones abdominales, ni infecciones intestinales ni cosa por el estilo. No, son simples dichos de la cotidianidad de de algunos países hispanos que a veces, hasta inadvertidos pasan. Sin embargo, suele suceder que cuando ya uno tiene sus añitos fuera del terruño querido, cuando los vuelve a escuchar, los encuentra sumamente jocosos.

Hablaba hace poco con una distinguida persona residente hace muchos años en California, y se rió tanto cuando le hice mención de este dicho, que soltó claramente una reverenda carcajada y la típica frase de “tenía que ser La Chachi”  quien le recordara tal expresión, en medio de una elocución seria  donde estábamos tratando un tema de orden internacional. Obviamente, la plática era sólo entre él y yo.  Después me dio pena, pero ya se lo había soltado…bueno, el dicho pues, no vayan a creer otra cosa...

Y es que son expresiones del coloquio nacional, que evidentemente no se dicen en una cena de gala, ni en un discurso político, aunque recuerdo muy bien a uno que en su toma de posesión presidencial, dijo que en su gobierno todo iba a estar tan ordenado como “cada mico en su columpio”.

Pero es que así somos nosotros, medio atravesados para hablar, y si no le encontramos de un modo, le encontramos de otro, la cosa es decir exactamente lo que queremos que nos entiendan.

Pero regresando al famoso “viento atravesado”,   dícese también de aquellas personas que le andan siempre buscando un problema a cada solución.  ¡Y cómo hay de esos! Yo conozco a varias por allí.  Gente que no está contenta si no  está en la “buruca“, dirían por allá por donde yo…y le andan buscando los tres pies al gato.  Que aunque ven las cosas bellas de la vida, ellos le encuentran lo feo, lo difícil, el lado oscuro, el tapujo, y el simple NO, ¿verdad?

Recuerdo que me contaron de alguien que fue a prestarle dinero a otro, contándole una y mil penas.  El interlocutor apiadándose de él, pero conociéndolo que siempre andaba en las mismas todo el tiempo, se metió la mano al bolsillo y dándole un billete le dijo:
- Ayudate con esto pues, pero ya dejá de andar siempre “con un pedo atravesado”.

El pobre tipo agarró el billete y se fue, pero como a la media hora regresó, le tocó la puerta a quien se lo había dado. Y cuando éste salío y le preguntó qué pasaba (obviamente pensando que iba a pedirle prestado más dinero), cuál fue su sorpresa que el otro le devolvió el billete diciéndole:
-Tomá tu dinero, no puedo recibirlo, ¡no me gustó la forma en que me lo diste!

Bueno, hasta para recibir, tuvo algo atravesado…

Bien, entonces son tres los  que andan con “aires atravesados”:

1. Las personas que andan siempre  con poco tiempo (esperamos que sea por algo positivo).
2. Los que siempre tienen algo urgente e inmediato qué hacer ( también ojalá sea algo bueno).
3. Y aquellos que nunca pueden, porque siempre tienen un problema (aquí como que no hay  mucho qué hacer).

Ojalá ninguno de nostros tengamos aires atravesados en forma negativa  mis queridos lectores, y si alguna vez los tenemos sean urgencias de cambio, de alegría, de ayuda al prójimo, de positivismo y de buena suerte, que lo más seguro es de la mera gente que yo tengo muy cerca de mí.

De lo contrario, no los dejen atravesados...¡¡déjenlos fluiiiir!!!




Los quiero mucho.





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Foto: plus.google.com

17 noviembre 2014

BUENAS NOCHES CUEVA MIA

OTRO DE TIO CONEJO

Me acuerdo aún de las ruedas que le hacíamos a mi papi, cuando en las reuniones familiares, todos los niños nos sentábamos a su alrededor para escuchar sus cuentos de Tió Conejo y Tió Coyote. Unas historias muy divertidas, pero la mejor parte de ellas, es la forma que  mi padre las cuenta y ahora, pasado el tiempo, son sus nietos los que aún entre los juegos tecnológicos y su indiferencia juvenil, no pueden resistir la tentación de acomodarse y escuchar atentamente los cuentos que mi progenitor oyó de sus hermanos mayores, padres y abuelos, y que siempre ha narrado con gran detalle.

Después de LA TRAMPA DE TIÓ COYOTE este es uno de mis favoritos:

Tiá Culebra, al igual que el Coyote, siempre le llevó ganas a Tió Conejo. Tenía unas ganas de comerse al saltarín...que no creían en nada, pero no encontraba la forma de tenderle una trampa para podérselo engullir. Y tenía que ser así, a base de trampas, porque el Conejo era demasiado astuto para todos.

Un día de tantos, después de controlarlo de lejos y por varios días, desde la mañana hasta la noche, Tiá Culebra vio que éste vivía en un agujero debajo de la tierra. Así que se le ocurrió una sencilla pero gran idea. Vio que el Conejo salía por las mañanas de su madriguera y no regresaba hasta el anochecer. Decidió entonces, esperar que saliera de la cueva, le dio un tiempecito para cerciorarse que no iba a regresar pronto...y sin más, la Culebra se arrastró hasta el fondo del agujero.

Ya instalada allá abajo, se enroscó abriendo la boca y así se quedó con el galillo al aire, esperando que el Conejo regresara para que al meterse a la cueva, cayera directamente entre sus mandíbulas y así nisflárselo de un sólo.

Ya le dolía la garganta a Tiá Culebra de pasar tantas horas allí con la bocota abierta, y los ojos pelados, pero temía perder la oportunidad de por fin, engañar al Conejo y disfrutar de un rico platillo.

Ya entrada la noche, Tió Conejo llegó brinco y brinco hasta su agujero. Pero, notó algo extraño en la entrada: estaba lisiiiita la tierra, como si alguien se hubiera arrastrado. ¡Ajá!, pensó, ¡como que tengo visitas inesperadas!

Entonces, se paró frente a la madriguera y con voz gruesa e hinchando el pecho gritó: ¡Buenas Noches Cueva Mía!

La Culebra allá adentro, no dejó de sorprenderse, pero también se alegró al saber que ya venía Tió Conejo. Abrió más la bocota y se quedó quietecita.

Sin embargo allá afuera, el Conejo no se tragaba la broma y dando un brinco al otro lado del agujero volvió a exclamar, ahora más fuerte: ¡BUENAS NOCHES CUEVA MÍA!

Puchis, pensó la Culebra, ¿y con quién hablará Tió Conejo?. ¿A quién saludará?

¡BUENAS NOCHES CUEVA MÍA!, gritó más el conejo, ya con voz de enojado.

Tiá Culebra estaba sumamente intrigada, pues no sabía por qué Tió Conejo saludaba a la cueva. Uy, pensaba, ¿qué será eso?

Entonces Tió Conejo, haciéndose el disgustado, preguntó: Bueno cueva, ¿qué te pasa?. Yo siempre que regreso por las noches, te saludo y tú me contestas. ¿O no eres mía cueva, que no me respondes?.

La Culebra empezó a inquietarse...

Voy a saludarte de nuevo, cueva mía, y si no me contestas asumiré que algo malo pasa. A lo mejor algo me escondes, exclamó Tió Conejo con voz de preocupación.

Mientras tanto, la Culebra empezó a pensar que de seguro la cueva le contestaba a Tió Conejo, pero como ella estaba allí metida, no decía nada. No sabía qué hacer...¡¡No sabía qué hacer!!...

Sudaba y sudaba como tapa de olla.

Por última vez te voy a saludar, gritó Tió Conejo, ¡BUENAS NOCHES CUEVA MÍA!

Estaba llena de nerviosisimo y ansiedad por comérselo de una vez por todas, pero casi no podía hablar porque tenía atorada la mandíbula de tanto estar con la bocota abierta, pero por fin lo logró y haciendo una vocecita delgada, tímida y trémula, Tiá Culebra decidió contestarle más o menos así: "Bu...buenas no..nochis Tió Conejo"...

¡Ajá!, exclamó el Conejo, ¡vieja arrastrada, vos sos la que estás metida allí, verdad!. Nada de "Buenas Noches Cueva Mía", yo no soy pendejo, mejor nos vemos otro día...


Una sencilla histora que sonaría mejor en voz de mi amado padre, que hoy está de cumpleaños. ¡Cómo me gustaría que lo escucharan y lo vieran contando los cuentos! Todo un maestro. ¡Feliz Cumpleaños Papi!


Foto: http://www.parquediversiones.com

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19 julio 2014

NUESTRA RICA Y COSTOSA CULTURA DE LA HARTAZÓN

Una amiga muy querida, quien había tenido una niñez con marcadas limitaciones, un día me comentó muerta de risa que cuando era chiquita, se hizo a sí misma el siguiente compromiso: "Cuando yo sea grande y tenga pisto, lo primero que me voy a comprar  es una ensarta de salchichas y me las voy comer en una fila grandota de franceses".

Suena cómico, pero el trasfondo es simple y comprensible... Y hasta triste.  

Los seres humanos tendemos a desear lo que menos tenemos a nuestro alcance, y a fantasear en que cuando lo consigamos, lo vamos a disfrutar con derroche hasta el hartazgo. Desafortunadamente, en todos los tiempos, el mundo ha sufrido calamidades y escasez, que han golpeado de una u otra forma a todos los países, y en gran medida, a nuestra Latinoamérica. Todavía hay poblados enteros que sufren de desnutrición y carencias de lo indispensable.

Probablemente esa historia de hambre y limitaciones, ha formado una sociedad muy apegada a la comida,  donde estar gordo es sinónimo de progreso y salud.  Por ejemplo, los habitantes de muchas poblaciones guatemaltecas, consideran un halago decirle a una mujer que está bien gordita...(frustrado sale uno de allí).

También a falta de otros recursos, es parte de muchas culturas, el pensar que la mejor demostración de amor a los hijos, la familia y amigos, es alimentándolos. Pero esa  no es  sólo una característica propia de los pueblos hispanos.

Y es que compartir la comida forma parte de todas las culturas humanas y es recurso para la conciliación, la conquista y demostraciones de amor. Jesucristo mismo, al compartir el pan, hizo un pacto de salvación con toda la humanidad.  Y el momento de la cena es el culmen de su misión.

Pero regresando a nuestras sociedades, es bien marcado el hecho que no sabemos distinguir entre alimentación y nutrición, entre comer y hartarnos.

Hablábamos con un gran amigo acerca de lo mal que nos alimentamos en nuestos países latinoamericanos. Las cantidades exageradas de carbohidrato que agregamos a cada tiempo de comida y lo orgullosos que nos sentimos de vivir en un continente que le rinde tributo a la marzorca, al maíz, al elote... o al choclo pues. ¡Qué rico es comer,  verdad! Qué dieta balanceada ni qué pirámide nutricional, aquí lo que vale es la cantidad y no la calidad.

Sí,  y no nos hagamos de la boca chiquita, porque nos gusta comer...y qué fregados.

Pero también, en mi muy humilde y shute opinión creo que el desbalance en la comida no sólamente es nutricional, sino también económico. Creo que de este último se deriva el primero.

Aunque también todavía hay comunidades que padecen hambre. Personalmente,  me he dado cuenta de cómo una familia guatemalteca, hace un caldo con media libra de pollo y lo reparte entre entre 2 adultos y 5 niños. Esas cosas parten el alma...

Qué Mi Familia Progresa ni qué manojo de berros... ¡Zape gato!

Pero en la mayoría de nuestros pueblos, padecemos más de mala alimentación,  que de desnutrición propiamente dicha.  Y nos podemos dar cuenta cuando observamos una gran incidencia de obesidad en pueblos de escasos recursos económicos.  Vemos abordar un bus extraurbano a una mujer con relumbrantes cachetes,  que no sabe cómo llegar atrás, si de lado o atravesada.  Pero a pesar de su gordura, a lo mejor observamos incontables carencias en su vestimenta, acceso a agua para higiene personal, servicios dentales y ni se diga, educación. Allí hay un gran desbalance en el uso de los recursos.

Por mi trabajo, me ha tocado ir a muchos pueblos en diferentes partes de Latinoamérica  e hispanos en USA y este fenómeno se repite.  Encontramos poblaciones catalogadas como sumamente pobres y vulnerables, donde el culto principal es a la comida.  En las fiestas y reuniones, la comida es el elemento primordial y no se sirve en medidas normales, sino en grandes cantidades.  Cuanto más comida, mejor estuvo todo.

Pero eso no se queda allí.  El comer grandes porciones es la meta. Es increíble ver cómo una persona puede comerse hasta 10 tamales grandes en una sóla sentada. O acompañar un plato de exquisito  pepián, con 24 tortillas. Eso, en mi humilde opinión, es una barbaridad.

Me contaron de una familia de clase trabajadora, que contrató a una señorita como ayudante para el trabajo doméstico, más que todo para ayudarle pues venía de una familia numerosa y llena de necesidades de todo tipo. Pero después de un mes de tenerla en casa, vieron que su canasta básica venía para abajo, porque la cantidad de tortillas  que la familia completa consumía en un día, la chica se las comía en un sólo tiempo de comida.

Pensaron que era porque la joven había llegado a esa casa, a encontrar más recursos y cumplir las fantasías de las que hablábamos al principio de mi post, pero no. Descubrieron que en su casa, esa era la forma común de comer para todos. No tenían donde dormir, ni agua potable, ni ropa nueva, pero se comían entre todos alrededor de 10 libras de maíz ¡¡a diario!!

Cuánto podría haber ahorrado aquella humilde familia, si alguien les hubiese enseñado a comer y  a utilizar sus recursos de una forma que les ayudara a progresar.   Aquí también se pudiera utilizar la regla de no regalar el pescado, sino enseñar a pescar.

Hagamos cuentas: Si una familia, siembra y cosecha un quintal de maíz para su consumo mensual, pero en lugar de comerse las 100 libras, vende la mitad y con esa ganancias se abastecen para sufragar otras necesidades. No creo que se mueran de hambre. Y lo que es mejor están utilizando mejor sus recursos.

Eso, creo que es un compromiso que gobiernos, educadores, médicos comunitarios, líderes religios y los comunicadores sociales deberíamos de tomar muy en serio.

Lastimosamente en nuestros pueblos, la costumbres gastronómicas están muy arraigadas, y en muchos lugares la comida es más que sagrada. Meterse con ella y la forma y cantidad que se come, es asunto que hay que tratar con pinzas. El mal uso de los alimentos es un tema serio, en el cual cuesta ahondar.



31 octubre 2013

LÁPIDAS Y EPITAFIOS AL GUSTO DEL CLIENTE

"Nariz de chucho y de periodista, rapidito sigue la pista", ese es un dicho que nos describe muy bien, especialmente a los que tenemos algunos añitos en el arte de buscar historias o situaciones que salen de lo cotidiano.

Lo que pasa es que yo, así esté de vacaciones o sin mucho chance, siempre ando encontrando cosas para hacer algún reportaje. Y a la gente le digo: "cuénteme lo que sea, aunque usted piense que no tiene importancia, tal vez yo le encuentro la vuelta"... (Vueltegato le han dado a muchos colegas por andar metiendo la nariz donde no los llaman, pero eso es otra historia, que recuérdenme después, que se las tengo que contar).

Fíjense que el otro día andábamos paseando por acá donde "a yo vivo" (dijo Chito), o sea Long Island, New York, y me sorpendí cuando vi que en el jardín de unas casas había pequeños cementerios. "!Uy, ya no caben los muertitos!", pensé. Y es que aquí no es raro ver que algunas iglesias estén rodeadas de tumbas y muchas re-viejas, de hasta más de 200 años. Da miediquis. Parece el cementerio de Thriller.

Pero allí al lado de la acera, encontrarse un montón de lápidas y monumentos mortuarios, como que no es muy alegre que digamos. Así que estacionamos el carro y nos fuimos a averiguar qué fregados era eso.
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Bueno, en frente había un gran cementerio, que más parecía estadio esa cosa. Pero en esa misma calle, estaban algunas casas rodeadas de tumbitas, tanto en el jardín de enfrente como en los lados y el patio de atrás. 

Me atreví a acercarme y observé que se trataban de lo que nosotros llamamos "Marmolerías", pero acá exhiben su trabajo en los jardines, algo así como para que el cliente se inspire y se imagine cómo se va a ver en el mero cementrio. !Puchis! 

Entonces,  entré para hablar con alguien que me hiciera favor de contarme bien el cuento de los panteones a domicilio. Me encontré al mero fundador de esa costumbre un tanto tétrica. Me contó que cuando empezó, tenía una pequeña fábrica en su casa y ponía a exhibir su trabajo en el jardín. Luego, las leyes estipularon que no podía tenerse un negocio en casa y por eso, tuvieron mudarse y la empresa seguiría estando en el mismo lugar, donde los clientes acostumbraban ir.

Así que por eso parece que los monumentos y lápidas estan en una casa común y corriente. Algunos otros los han imitado, comprando casas cerca del cementerio para convertirlas en "displays" funerarios.

Bueno, los que no estamos acostumbrados a ver eso, claro que nos sorprende. Imaginen ustedes el jardín de su casa convertido en cementerio (de mentiras, pero lo aparenta). Y da cosa, también, no vaya a ser que deveras esté alguno por allí enterrado, aprovechando el espacio. 

Lo más chistoso es que el dueño ahora tiene una nueva oferta para todos aquellos que en vida, quieran estar seguros de cómo va a lucir su "morada eterna". Así que ha hecho un paquete de "Venga y hágalo usted mismo", o sea que la gente puede pedir cómo quiere el diseño de su futura tumba.
 
Se lo diseñan en computadora. Pero lo mejor es el Epitafio donde la frase común, "Tan bueno que era", ya no sería suficiente. Allí se puede ordenar que vaya inscrito en letras de oro, si se puede, las palabras más hermosas que se deseen, como para ser recordado de la mejor forma. Elogios y hasta mentiras, todo se vale después de pasar al más allá.

Ustedes pueden escribir allí que fueron buenos, dulces, fieles, altruistas, corteses, trabajadores, buenos hijos, excelentes padres, amantes inagotables, pilotos educados y hasta si quieren, que fueron caseros de la Jennifer López o novias de Brad Pit, o astronautas y visitaron Marte. Todo lo que deseen, siempre y cuando se pague por anticipado, claro.

Si quieren lo dejan ordenado para cuando se ofrezca (Que Dios quiera sea dentro de muchísimos años), o por aquello de las desconfianzas, se los esculpen de una vez y lo llevan para su casa. De paso lo pueden poner en el jardín, para darse una idea. Pero eso pienso que ya sería demasiado macabro...
 
Entonces, se me ocurre ahora preguntarles lo siguiente:
Si pudieran escribir ustedes mismos su Epitafio, para dejarlo plasmado en una lápida ¿Cómo les gustaría ser recordados para la enternidad?


UN SALUDO HASTA EL CIELO, A MI AMADA MADRECITA Y A TODOS NUESTROS SERES AMADOS QUE YA SE FUERON...ELLOS SÍ QUE "TAN BUENOS QUE ERAN".






Fotos: Luis Sagal.  Háganle click a la foto, se ve tuanix.

04 octubre 2013

¡YA REGRESÉ MUCHÁ!

"Ya vine de donde andaba, se me concedió volver", dijo don Tono, ahora  sí que la amapolita, se las voy a quedar debiendo muchades, por aquello de las decomisadas y las malas interpretaciones.  Para los que no saben de qué puñetera cosa estoy hablando, es primeramente de la canción ranchera de don Antonio Aguilar que se llama "El Ausente" y que, como decía una doñita, es más vieja que'l ventoso y la ponían en la Radio Mundial hace como mil años. De lo otro que estoy hablando es que andaba yo medio perdidona en las mieles de la vagancia y ya hace tiempo que no escribía nada en estas empolvadas hojas electrónicas de mi viejo, pero bien querido Blog.  Así que que aquí estoy, ya llegué, pa' servirle a usté...¿verdad usté?

La onda es que entre que me ha pegado ese mal de última moda que se llama La Fibromialgia, revuelta con la Artritis Reumatoidea, ya como que se me adelantó la vejez y ando sólo con dolamas por todos lados y a veces, sin ganas de hacer ni máis y con eso, que ningua medicina me hace, pues ya voy "piorsh", dijo el chunto.  

Ah, pero dejemos a un lado las chaquirrias y déjenme contarles que para olvidarme un poco de ellas, nos fuimos con mi Negris a dar una vuelta allá por donde el mundo se parte en dos, aquél uno se abrió y me llevó por fin a conocer ¡los Ecuadores!

Sí, nos fuimos a Ecuador y qué chulada muchá.  Bueno, viviendo acá en New York, con tanto Ñaño* por todos lados, como que lo único que cambia uno es de territorio, porque las comidas y modos de hablar ya se van aprendiendo poco a poco, especialmente si se va a dar una vuelta a la Roosevelt Ave, en Queens. 

Bien, la cosa es que decidí irme a conocer la tierrita del Negrito y de paso ver cómo se siente vivir en el otro hemisferio de la tierra, yo que siempre he estado de este lado y nunca me había ido tan allá, ni cuando fui a ver a los otros negritos, al atravesar el Estrecho de Gibraltar,  en el África.  No llegué hasta abajo, nomás allí a ver algunos turbantes.

Pero ahora sí, patojos, allá en Ecuador sentí los vientos del otro lado del mundo y me convencí de que están bastante parecidos a este lado. Bueno, al menos me desengañé.  

Lo primero que vi fue la hermosa ciudad de Guayaquil...¡Puchis! de repente sentí como que había llegado a Miami, ustedes, no sólo por el calor de la gran puchis que hace, sino porque se ve muy chula la ciudad, muy moderna y llena de luz.  Un poquitío desordenada en el centro no más, pero nada comparado con la Avenida Bolívar de Guatemala, que es un sólo merequetengue con todo y buses con gente colgando.  Eso sí que no vi para nada en Ecuador, ni las jarrillas de camioneta, ni cristianos encaramados, ni guindando.  Muy bonito pero,  ¡cómo hablan los guayacos hombre!

Amanecimos en Guayaquil y pude concoer el centro de la ciudad, así como también el famoso Malecón 2,000, donde caminamos agarraditos de la mano, viendo el Río Guayas y la variedad de atracciones que hay por allí. Con decirles que hasta me encontré una máquina de coser antigua y me puse a buscarle el modo.  Luego supe que era de la Marina Ecuatoriana, porque al lado estaba la gorrita del que la estaba cuidando, pero como que en ese ratito se fue al baño, porque la dejó olvidada y en un descuidito me la puse, de mica, para tomarme la foto que encabeza este post.    Lástima que teníamos poco tiempo, porque estaba haciendo muy bonito clima, especialmente para mis huesitos reumáticos.

Pero, como nuestro destino final era la ciudad de Cuenca, nos tuvimos que apurar y después de almorzar unas empanadas de verde y de morocho, nos fuimos al aeropuerto a tomar el avioncito para encaminarnos a la Atenas del Ecuador.  Y cuando digo avioncito, es literal muchá...púchica, qué miedo me dio cuando vi aquél animalito tan chiquitío al  que nos íbamos a subir.  En mi pu...ra y cosmopilita vida, jamás me había subido en un avioncitío tan chiquito. De juguete parecía...¡Uy no, uy no!, desde que lo vi de afuera, me estaba haciendo ojitos el enanito ése, como haciendo planes de la bendita hamaqueada que nos iba a pegar.

¡Ya me regresaba muchá!, pero como siempre digo !Arriba los valientes!, no tuve otra que hacerle honor al dicho de mi señor padre y me dije "vos Chachi, si no te le has ahuevado a un Aravá, ni a ir colgando las patas de un Bell 206L Ranger para cubrir una nota, mucho menos te le vas a amilanar a este juguetío".  Así que sin pensarlo mucho, entré a ese dizque avión de la TAME, que más parecía ruletero pa' Jocotales, de tan pequeñito.

Arrepentida muchá ¡por la grandiosísima  pu...nta del Pichincha!, qué mal nos trató el engendro de aeroplano ése, que pa'rriba, que pa'bajo...,¡puchis hombre, parecía la Rueda de Chicago, revuelta con El Pulpo y las sillas voladoras!. LA TORRE DEL TERROR que les conté hace tiempo, era una niñería al lado de eso.

Lo que pasa es que no sólo son tan pequeños esos dizque aviones, sino que como van de la costa a la sierra, tienen que elevarse por encima de los Andes para no estrellarse en ninguna cúspide por allí y, de paso, vuelan encima de precipicios y del Parque Nacional Cajas que es una maravilla llena de lagunas y cascadas, pues ya se imaginarán cómo se sentía la jaloneada.  Ya me veía yo cayendo entre las pepescas heladas, heladas.

Al llegar, me pesaba todo ustedes, tanto que me preocupé, pero era sólo el susto.  Lo único que quería era bajarme de esa cosa, y por allí en un reflejito vi que llevaba yo ¡una cara! con todo el pelo parado y los ojos hundidos del tremendo hamaqueón que nos pegó el avión.  Y lo jodido fue, que en la Terminal, había familiares de mi esposo, literalmente tomándonos la película con cámaras en mano. Yo mejor me hice la babosa por allí y escondí la cara de   gallina quish, con la que llegué a la hermosa, muy noble y muy leal ciudad de Cuenca de Santa Ana de los Cuatro Ríos. 

Así de elegante como nuestra Antigua Guatemala, resuena el nombre y el esplendor de esta maravillosa ciudad, que  tendré el honor de mencionar en este humilde y ya desenpolvado Blog, pues merece más que un Post completo de esta sencilla servidora de ustedes.

Mientras tanto, saco de su caja el sombrero de Paja Toquilla, única en el mundo y oriunda de esa tierra, para ponérmelo y luego quitármelo para saludar con el lujo merecido a esa bella ciudad, y así contarles mis andanzas por la Cuenca de mi amado Negrito.




Hasta mi próxima sentadita en la compu...¡Ay no se me olvida aún el susto del avioncito pizarrín, aquél! #$&/&"*+



*Ñaño: modismo ecuatoriano para llamarse entre hermanos y a veces, entre amigos.  En el exterior, se les llama así a todos los ecuatorianos. 

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22 marzo 2013

MI ABUELITA Y EL HONORABLE

En estos días de Cuaresma y acá lejos, siempre me dan ganas de leer un boletincito de los estudiantes, de esos que salen cada viernes allá en Guate y que los venden los encapuchados en las camionetas. Cuando era chiquita, me daban algo de miedo esos enmascarados porque casi siempre, olían algo a guaro, pero después les agarré confianza.

Recuerdo que mi abuelita, que en gloria esté, tenía una cierta debilidad por los Sancarlistas. Siempre se ponía a llorar cuando contaba de los universitarios que mataron en tiempos de Ydígoras, a principios de los años 60.

Venía de una familia muy educada, con muchos miramientos y ella, nos inculcaba buenos modales y el respeto a las personas. También, yo digo que era medio revolucionaria, porque a pesar del tiempo en que le tocó vivir, era una mujer muy enérgica y nunca le gustaron los abusos de parte de nadie y, muchos menos que vinieran de algún hombre hacia una mujer o un niño. La sumisión para ella, era algo que había dejado muy lejos, por tratarse de una injusticia.

Siempre le llamó la atención la Huelga de Dolores, pero nunca hubo alguien que se atreviera a llevarla a ver una en la calle; con eso de que tienen fama de bendecir con miados, andar bolos y sacar a bailar a las chavas, ya imagino a mi abuelita, echándose a la parranda con los patojos a media calle y mandándolos a lavarse las manos.

Pero lo que no perdonaba mi santa viejita, era que le faltaran sus boletines. Eso sí, mi mamá y mis tíos tenían que estárselos llevando cada semana, desde que empezaban a salir. Aún recuerdo que costaban choca y después subieron a 1 quetzalito.

Era llegándole el boletín a las manos y ella llamando a alguno de sus nietos para que se lo leyéramos, porque ya no alcanzaba a ver la letra tan chiquita. Nosotros a veces, nos hacíamos los quites, porque nos daba un poco de vergüenza leer las malas palabras delante de los papás. Pero mi abuelita era buena onda, nos daba permiso y le entrábamos a la lectura de tan culto e ilustrativo documento. Ella siempre fue de menta amplia y limpia.

Después de oír las marchas de Semana Santa, que le fascinaban, mi abuelita se instalaba en un sillón y empezaba a oír toda la ensarta de rimas burlonas y en cada una, se tiraba tremendas carcajadas; a veces, nos pedía que repitiéramos los párrafos, para volverse a reír.

¡Ah, que tuanis! Yo me apuntaba para hacerle de lectora porque podía uno decir un montón de vulgaridades, sin que nadie lo regañara. Yo leía muy seriecita, como a quien le han encomendado una tarea delicada. Y cuando decía las palabrotas y las frases shucas, ni me reía, me hacía la loca y seguía leyendo.

- No se preocupen – decía mi abuelita – ella es chiquita, no sabe lo que quiere decir eso.

¡Ja, no pues, la master! Si oyeran los chistes que yo me echaba, creo que el mismo Honorable me hubiera contratado. Pero eso es parte de la forma de ser del chapín. Desde chiquitos, contamos colorados.

Lo mejor era cuando llevaban el “Nonostientes”, con todo el montón de fotos y dibujos de hombres y mujeres en pelota. Mi mamá se lo daba a escondidas a mi abuelita para que yo no lo viera, pues allí con tanta pornografía, era preocupante para cualquier madre responsable. Recuerdo que una vez, mi abuelita no encontró a alguien mayor para que se lo leyera y me llamó, cuando vi, estaban tachadas las chiches, los panes y los pipiriches. ¡Ah, así ya no tuvo gracia! Pero siempre hice el sacrificio de leerlo. Si pués, cómo no.

Ay mi abuelita, tan linda, tan dulce y tan chistosa. Creo que no hubo quien me amara más que ella. Pero, cuando la recordamos, no nos deja ponernos tristes, porque siempre se nos atraviesa su música, algún chiste y mucha risa. Luego les contaré más de mi querida abuelita, de quien heredé la forma de ser y la casaca.

Al muy leal, carismático, pero no por ser cachureco, pelado, cantineado y siempre bien ponderado Honorable Comité de Huelga de Todos los Dolores, les doy las gracias por tanta charada y a mi abuelita sacar tanta sonora carcajada.

Por allá ha de estar en el cielo, poniendo a leer los boletines a los mártires de los 60’s y bailando la Chalana.
...
Ilustración de la Chabela: www.huelgadedolores.com

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07 febrero 2013

¡AY CHACHI, HAY CHICHA!

Como mis amables amigos y amigas del Facebook pudieron ver,  el otro día, me puse a experimentar cómo fregados hacer chicha con piña y un poco de especias.  Lo que salió fue mero bueno, con saborcito picante algo a guaro, que mi señor esposo se pasó muy alegre, diciendo como siempre, que alguna otra cosa le faltó, pero se lo acabó todito de todos modos...

No crean que se me ocurrió hacerlo porque tenía ganas de chupar. Nel, es que tenía allí una mi piñita  madura y me recordé de una vez, cuando era chiquita y una muchacha que nos ayudaba en la casa en las labores domésticas, hizo un delicioso brebaje que a mis 12 años de edad,  le cayeron de perlas.

Esta folcrórica señorita, era oriunda de una aldea xinca, situada en una de las tantas montañas de Jutiapa. Su nombre era bastante peculiar, nada olvidable y tal vez, propio de una estrella de rock italiana.  Se llamaba Estéfana.   Aunque muchos aseguraban que su nombre se escribía y pronunciaba sin el fuerte acento en la segunda "E", todos en casa, la llamábamos como ella realmente decía.

Pues bien, la famosa Estéfana quien tenía unos 18 años, era medio juguetona y casi siempre,  le "agarraba" la gana de jugar a la mera hora que mi mamá tenía que salir a trabajar y la empezaba a buscar para darle el dinero del almuerzo; la muchacha se escondía debajo de la mesa, aguantando la risa, cuando mi pobre madre más necesitaba salir corriendo para no llegar tarde a trabajar.   Con su paciencia de santa, mi madrecita mejor se carcajeaba y le pedía por favor que no hiciera eso, aunque nos hacía una mirada de desconcierto, pues ni ella ni mis hermanos, supimos nunca por qué la Estéfana se ponía a jugar a esas horas.

Como se acostumbraba antes, las señoritas del servicio doméstico, también le hacían de niñeras y por ello, era la única que me esperaba contenta cuando yo bajaba del bus del colegio.  Así juntas pasábamos la tarde, viendo novelas y caricaturas en la tele, o acompañándola en la cocina mientras preparaba la cena y yo, hacía mis deberes.   

Me encantaba oirla cómo hablaba y las "de vaqueros" que se echaba mientras preparaba la comida.  Eran historias medio verdaderas de la gente de su aldea y aledaños, que casi siempre se trataba de fiestas que  terminaban en pleitos a tentutazo limpio o lo que es peor, a machetazos. Claro, ella les ponía su toque especial, con su manera tan peculiar de hablar. 

En varias ocasiones, yo le decía que tenía que aprender a hacer algo nuevo, tal vez a lo mejor, estudiar un curso y siempre se mostraba muy interesada cuando yo me ponía a enseñarle de lo que yo aprendía en el colegio.  

En una ocasión, me pidió que le cortara el pelo.  Yo lo hice encantada y le quedó más largo de adelante que de atrás.  Pero a ella le gustó el nuevo estilo.  Creo que pensaba que como mi mamá era estilista, yo también. Bueno, al menos yo me pasaba bastante entretenida, haciéndole peinados y poniéndole cintas al estilo Madonna.  Tanto le gustaban mis estilos, que los domingos salía a pasear peinada en las formas que yo le enseñaba. ¡Já, que ni la Cyndi Lauper!. Qué bueno que nunca me pidió que le pintara el pelo...

Recuerdo que era muy recursiva y una vez hizo pan de Marquesote, pero le salió bien duro.  Sólo ella  terminó comiéndoselo, porque no estaba tan bueno...y también porque después nos comentó que, como le había salido mucha masa, no le alcanzaron las cazuelejas de mi mamá y lavó bien unas que encontró en el cuarto de chunches (el detalle fue que alguna vez, se usaron para darle agua a los chuchos). Pero ella no sabía,  ¿verdad?.

La más memorable de sus travesuras ocurrió una vez, regresando yo del colegio.  La vi muy misteriosa sacando unos frascos del gabinete de la cocina.  Cuando le pregunté qué estaba haciendo allí acurrucada, se asustó un cachito y con una sonrisa pícara, me dijo casi en secreto: "Es que aquí tengo un mi gato". ¡Puchis, dije y a qué hora metió un gato la Estéfana allí!.  Pero no se trataba de un "lindo gatito", sino de un compuesto de frutas que ¡olía tan bien!. 

Rapidito me preguntó que si lo quería probar, a lo que yo le contesté con la misma velocidad que sí.  Entonces agarró un colador y vertió un poquito de la pócima en un vaso. ¡Ay Señor, qué cosa tan rica!. Le pedí que me diera un buen vaso de los más grandotes.  Ella titubeó un poco, pero creo que le agradaba que yo le estuviera dando el visto bueno a su nueva ocurrencia espirituosa.  Me comentó que ya hasta se había olvidado que lo tenía allí escondido. 

Así que yo  terminé la tarde, tomándome casi un litro de la olorosa bebida que hasta ajonjolí tenía.  Recuerdo que después de comer, tuve que ir a la librería a comprar unas hojas, pero iba por la acera caminando como si fuera en las nubes, ¿la verdad, la verdad?, ya no muy me acuerdo.

La cosa es que después regresé y ya no hice los deberes, porque me sentía bien mareda,  y la "bolencia" me tumbó en la cama panza abajo. Sólo sentía que la casa daba vueltas, pero dentro de mí estaba muy contenta...ji ji ji. ¡Ajúa!

La borrachera me tardó bastante. Vaya si no, si según supe, la chicha tenía mucho tiempo de fermentación y tenía un buen grado de alcohol.

Cuando llegó mi mamá del trabajo y me encontró acostada, boquiando y todavía hablando babosadas, se asustó y, aún más, cuando sintió que yo tenía una tremenda estocada a guaro.  Mi mamita, por poco se vuelve loca y lo primero que hizo, fue preguntarme qué había tomado.  Inocentemente, le dije que sólo había tomado de un "fresquito" que Estéfana me había dado, algo que ella llamaba "Gato".

Mi madre procedió a interrogar a la muchacha, quien también un tanto inocentona, le contó que se le había ocurrido hacer un poco de un "preparito" que hacían en su tierra, del cual me había dado, porque yo misma le insistí en que me diera bastante ya que me había gustado mucho.

Esa vez sí que mi mamita no se rió para nada.  Pero, como tantas veces y con su gran corazón, perdonó la travesura de la Estéfana y, claro, nos regañó a las dos. A una, por estar haciendo guaro y a mí,  adviertiéndome de no volver a tomarme cualquier cosa, sólo porque oliera rico. Así estuviera en la casa y hecho de frutas. 

Nunca me imaginé que se tratara de licor, porque estaba acostumbrada a verlo en botellas especiales y con marca.  El hecho que estuviera hecho con piña, jocotes, ajonjolí, nances y no sé qué más, me dio la confianza de echarme mi buen poco de chicha. Y seguir tomando hasta que se acabara.

¡Cómo no me morí!, porque dicen que el hígado de los niños no puede metabilizar el alcohol y puede ser fatal.  Gracias a Dios, todo quedó en anécdota.

Pasado el tiempo, recuerdo que la traviesa Estéfana le pidió a mi mamá que le enseñara a poner inyecciones, pero ¡no se asusten!, nunca me puso ninguna.  Sólo practicaba con una naranja.  

Un par de años después, regresó de nuevo a vivir a su aldea y creo que sacó un cursito de enfermera auxiliar (espero que así haya sido), porque me contaron que colocó este rótulo en su casa:  "SE PONEN INDECCIONES Y SUEROS".

¡Tal vez, también le hubiese ido muy bien vendiendo el famoso Gato!...¡Ay, Estéfana!


    




  














Mi saludo, respeto y admiración, a todas esas señoritas que  muchas veces, bastante jovencitas, la vida las empuja a aventurarse dentro del mundo desconocido de la ciudad, a trabajar y vivir en casas de gente ajena a su familia y costumbres, pero aún así, salen adelante y triunfan.  También a aquellas que no la han pasado muy bien y sufren el desprecio, el irrespeto, la explotación y la soledad.  ¡Arriba la mujer trabajadora!



Foto de Chicha: orgullodeserlatino.webs.com
Foto de joven Xinca: www.mayatikal.co 

06 enero 2013

FELIZ DIA DE LOS REYES MAGOS


Este día me recuerda mi niñez y principalmente las fiestas que mis padres organizaban para llevar alegría, dulces y regalos a muchos niños de escasos recursos en el interior de Guatemala. Esos ejemplos se le quedan a uno grabados en el alma. Nos eneseñaron a sentir La felicidad tan grande de dar. Esa alegría que llena el corazón cuando otro niño recibe algo de nuestras manos.

Hoy no hago un post largo, porque creo que resumí mi sentir en las líneas del párrafo anterior.  ¡¡Feliz Día de los Sabios de Oriente!!

24 diciembre 2012

LA NAVIDAD DE LOS PATOJITOS

Foto: Telecinco.es

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Cuando llega Diciembre, la vida pareciera que echara marcha atrás, para traernos todos esos recuerdos de cuando éramos chiquitos,  o situaciones especiales que se nos quedaron en el corazón. Cosas alegres y otras tristes, que al son de las cancioncitas de la época, nos remontan a tiempos pasados, que a lo mejor quisiéramos revivir.

Recuerdo que de patoja (niña), allá en mi pedacito de tierra, en ciudad de Guatemala, cuando llegaba Diciembre las cosas como que cambiaban de color y hasta de olor.  En el mercado comunal, empezaban a situar las ventecitas de aserrín de colores, muñequitos de barro, collares de manzanillas y bultos de pino, que anunciaban ya la llegada de la Navidad, pero antes de ella, había y hay todavía, toda una antesala de celebraciones.

La cohetería empezaba el 7 de diciembre con la tradicional QUEMA DEL DIABLO,  cuando los patojos (niños) nos encargábamos de recolectar ramas secas y paja, para hacer una fogata a las 6:00 PM, esperando que “el cachudo”, se fuera muy lejos y así, limpiar la ciudad de toda maldad y dar paso a las fiestas decembrinas.  Los chiquitos, a veces ni le atinábamos de qué se trataba la onda esa, pero la diversión de quemar cohetillos y canchinflines, no nos la perdíamos. Un jueguito mero peligroso, pero que nos dejaban jugar…

Al próximo día, nadie se podía perder de la comilona de torrejas, molletes y buñuelos en la fiesta de la INMACULADA CONCEPCIÓN, donde, aunque algo aburridos, le entrábamos a la rezadera para luego degustar de tan anhelados platillos.

Una semana después,  pocos nos escapábamos de la pintarrajeada de cara y de portar orgullosos de un hermoso traje típico, para irnos al santuario a visitar a “la morenita”, el día de la VIRGEN DE GUADALUPE.  A la misma que mi madre, ya estando yo grandota, fue a la Basílica a encomendarme, cuando me quedé solita trabajando en México…Ay tantos recuerdos con mi madrecita, que ya no está conmigo, pero está al lado de la Virgencita en gran platicadera, eso sí.

Sólo unos días después de las fiestas guadalupanas,  empezaban las alegres POSADAS, que al sonido de las caparazones de tortuga, llenaban las ciudades de esperanza, entre candiles de colores. Y como siempre el “patojal” le entrábamos a los exquisitos chuchitos (tamalitos) y al delicioso ponche de frutas chapín, que siempre caía en las casas a donde llegaba la posadita.

A esas alturas del mes, muchos habíamos hecho ya el arbolito de navidad donde podíamos ver una gama de diseños, como chiriviscos plateados, arbolitos formados con gusanos hecho de pino, pinabetes hechizos con ramas y hasta árboles de chiles pimientos, adornados con los acostumbrados brichos y lucecitas. El NACIMIENTO era primordial, con aserrines de colores formando pueblecitos imaginarios, arenita para los caminos y espejitos para simular lagunas.  Y si no había pisto para tanto, pues con tener el pesebre listo era suficiente.

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Foto: Felix Pacas

LA NAVIDAD venía y la estábamos esperando con gran alegría, ropita para estrenar, con las casas adornadas y olorosas a pino, manzanilla, ponche y hojas de maxán cocidas. Los regalos eran lo de menos, con que hubiera tamales para dar y recibir, era lo mejor para tener una feliz navidad.  Y cuando llegaban las 12:00 y el Niñito Dios ya acostadito en el pesebre, los buenos deseos colmaban la noche más hermosa del año, que entre la cohetería de la media noche la familia, los amigos y los vecinos llenaban las calles abrazándonos como hermanos que crecen juntos.

La algarabía de la Navidad duraba toda una semana, porque los patojos sabíamos que en la víspera del AÑO NUEVO, podíamos volver a vivir la alegría navideña y entonces, sentábamos al Niño Dios y le dábamos las gracias por la vida y por un año más para recibir.

Dirán que hoy la Chachi se puso melancólica, pero quién no lo hace al recordar su tierra, su gente, su niñez, su familia, su papá, su mamá…

Sé que muchas de estas bellas costumbres decembrinas aún se disfrutan en algunos de nuestros países latinoamericanos, unas de ellas tal vez ya ni siquiera se recuerden, pero estén todavía o no, siempre les faltará algo:  Faltaremos nosotros, los niños y niñas de aquel tiempo,  los que nos fuimos de la tierra hermosa que nos vio nacer y crecer…ya no estaremos los patojos dando vueltas a una estrellita y viendo subir al cielo, volcancitos de colores.

Feliz Navidad mi gente linda, que Jesusito sea siempre el motivo de nuestra alegría.