BABOSADAS MIAS Y DEMAS HIERBAS

LA CHACHI, ALOCADA PERIODISTA MUY CHAPINA

31 diciembre 2008

SE ACABÓ PUES...¡FELIZ COMIENZO!

Año viejo, te llevaste a mi Mamita... Año Nuevo, tráenos paz.

Quiero desearles muchas bendiciones de nuestro Señor, que abunde la tranquilidad, la salud, el trabajo bien pagado y claro, el dinerito que tanta falta nos hace en estas crisis.

Cuídense mucho, disfruten que hay un tiempo para todo. Este es su momento para reír...y el 2009 nuestro año.

Felicidades

Ah, no se olviden de sentar al Niño.

23 diciembre 2008

LOS NIÑOS DEL CORO


(Sugiero echar a andar el video del final y con el fondo de la música, leer este post)

Hace un par de años, hice un reportaje de un programa de la Municipalidad de la ciudad de Guatemala, donde ayudaban a niños en la calle a incursionar en el canto a través de un coro.

No había todos los niños que yo imaginé, ni que la Muni hubiese querido, pero al menos se hacía algo. La historia en sí era una muy buena nota, si la enfocábamos en la vida de cada uno de ellos y lo que lograban desarrollar en el canto. Sobre todo, se tenía en cuenta la oportunidad que se les brindaba.

Llamó mi atención un niño, como de 11 años de nombre Carlos, que se sentaba en un salón del teatro metropolitano, únicamente a observar los ensayos. Se quedaba por un rinconcito y no participaba. Me acerqué a preguntarle por qué no cantaba en el coro como los otros niños. Me dijo con actitud altiva que no, porque eso que cantaban era muy aburrido, que a él se metería al coro, si al menos cantaran rap.

Hizo el intento por rapearme algo, que no sonó tan mal. Bueno, el coro de los niños tampoco estaba tan bueno, los pobrecitos cantaban del nabo, pero aún estaban empezando.

Casualmente, llegaron al país los famosos Niños Cantores de Vienna y hubo oportunidad de que el conocido coro, visitara a los niños guatemaltecos para tener una convivencia infantil. Las analogías musicales resultaban ciertamente crueles, y era comprensible, aunque tanto de un lado como del otro, las voces siempre fueron de ángeles.

Aún cuando unos vestían ropas sencillas y otros iban de marineritos y boinas, todos parecían divertirse con las mismas cosas.

Los pequeños austriacos fueron muy amables y nobles con el coro guatemalteco y aunque niños, parecían estar concientes de la pobreza y gran esfuerzo de los chapines, cuya lucha a lo mejor era más loable, que pertenecer a un grupo tan espectacular.

No sé quién planificó llevarlos al concierto de los vieneses en el Teatro Nacional, a dónde yo también fui gracias a la invitación de unos amigos. Hubo una antagonía abismal, y no porque pusieran a cantar al coro de la Muni, sino porque supe que a los pobres niños chapines los llevaron tarde, y no pudieron entrar hasta en el intermedio. Sus localidades estaban en el Tercer Balcón (o sea hasta arriba) y sólamente los dejaron ver una o dos canciones, porque ya era tarde y había que ir a dejar a cada uno a su casa (muchos vivían en El Gallito y aledaños).

Ojalá a los niños guatemaltecos, les haya dado tiempo para soñar un poco. Estoy segura que los jóvenes y entusiastas maestros de la Municipalidad de Guatemala hicieron todo su esfuerzo para hacer cantar mejor a esos niños. Tal vez, no llegarían a ser tan famosos como Los Cantores de Vienna, pero a lo mejor podrían comprobar que con esfuerzo y dedicación las metas se pueden lograr, al menos para que con la magia maravillosa de la música mitigaran sus penalidades, como la pobreza, la inestabilidad familiar y la inseguridad de las calles.

Ojalá estos niños y muchos más que viven o trabajan en las calles de Guatemala, tuvieran una Navidad diferente.

Y espero que Carlitos haya podido cantar al menos un rap.

Un abrazo fraternal en esta Navidad a todos mis paisanos y paisanas, así como a todos mis lectoras y lectores de otros países.

Saludos especiales hasta Vienna.

La música del video con Los Niños Cantores de Vienna, se la dedico a mi madre, a quien extraño inmensamente. Mamita linda yo sé que usted está integrando el coro celestial, pero esta Navidad está siendo muy dura ya sin su preciosa figura.

Foto: by Photo Philosophy


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15 diciembre 2008

¡UY, UY EL CUY!

En la carrera periodística, me ha tocado entrarle a la comidita rara. Unas veces, por curiosidad, otras para dar un mejor reportaje, y en las peores ocasiones ha sido porque no hay nada más para comer. En la selva de Guatemala, no hubo de otra que comer Tepezcuintle guisado, cosa que no fue el gran sacrificio, porque sabe bien rico, algo así como a cerdo.

Otra vez, por poquito y me dan a comer Pizote, pero por suerte, no tenía hambre. Lo malo es que no nos dijeron que las tortitas de carne eran de ese animalito y algunos del grupo les dieron vire...pero yo no. Estuvo piii...zote el asunto después porque a todos les dio currutaca, cuando supieron. A lo mejor fue más por sugestión.

Me he dado cuenta que en muchas localidades de Latinoamérica, han aprendido a comer animalitos silvestres, que a lo mejor a los citadinos nos puede parecer raro y hasta repugnante por no estar acostumbrados a alimentarnos de ellos. Imagino que tiempos atrás, las comunidades eran más remotas y comían lo que estaba a mano y luego se volvió parte de la cultura gastronómica.

Sin ir muy lejos, en México los gusanos de maguey y los chapulines son una comida casi gourmet. Para algunos en países de Centroamérica la carne de iguana es muy apeciada. En varias comunidades campesinas se acostumbra comer Tacuazín, o culebra o lagarto que para muchos pueda ser una asquerosidad. Todo depende de la costumbre. Y por allí me contaron fuentes fidedignas, que en algunos lugares del Caribe y Suramérica comen gato al carbón. Está caa...rbón.

Pero hasta llegar a la cosmopolita New York supe que en algunas regiones de Ecuador comen al famoso Cuy (Conejillo de Indias, Cerdito de Guinea), o Cuyo como lo llamamos los chapines. Para mí fue una sorpresa y una atrocidad, porque según yo esos lindos animalitos son mascotas. No se comen. Eso sería como almorzarse un hamster.

Hace poco me invitaron a una celebración navideña al estilo Ecuador y mencionaron que iban a servir el famoso Cuycito. Entonces, me puse a ver en el internet cómo lucía un cuy asado y me pareció tétrico, especialmente por los dientes pelados porque ya cocinado más tiene cara de ratón sin cola. Se me descompuso algo cuerpo.

Pero este fin de semana, se llegó el día del banquete andino y yo iba dispuesta a pedir aunque sea huevitos con chirmol, porque no pensaba para nada entrale al cuy. Sentados ya en uno de los restaurantes ecuatorianos mejor cotizados de Queens, llevaron a la mesa 2 bandejas muy bien adornadas con papitas, maíz mote y en medio un tremendo cuy con el cuerito tostado, que no lucía nada mal.

Yo haciéndome la muy, no pedí cuy, sino una carnita. Pero los ecuatorianos presentes le cayeron encima al roerdocito con gran fineza y deleite. A cada momento me ofrecían y yo, aunque no quería parecer pesada, decía que no.

Pero al ver que se lo engullían con tanto gusto, pensé: "Bueno Chachi ¿y que tanto te hacés? si allá por donde vos, has probado tepezcuintle, venado, huevos de iguana y hasta te masticaste un día frente a la cámara una tortilla con Zompopos de Mayo (ya sé que después los escupiste porque no te gustó el olorcito a meados que echaban), pero te los metiste a la boca. Y en México te pasaste un par de chapulines fritos y, otro día hasta te chupaste un gusano de maguey que estaba en el fondo de una botella de mezcal (claro ya algo bolis), ¿por qué ahora le vas a venir a hacer el Uy al Cuy?

Así que me quité un poco la arrugota de la nariz y lo probé (sólo al probar y no al jartar, dijo el Pedre). La verdad, no estaba tan mal...claro, como para un día que no haya nada qué comer o una de esas noches bohemias cuando ya no le atine y no encuentre gusanos de oro pa´chupar.

Por el momento creo que no me lo comería, no sé si por lástima o por falta de costumbre, porque de sabor no es malo, al final es como un lechoncito. Supe que en la sierra ecuatoriana el Cuy es un platillo exquisito y caro, mucho mejor que el conejo. Que es una carne muy apreciada y hasta la exportan.

Yo, por el momento, sigo prefiriendo tenerlos como mascotas (cui, cui cui) pues son una ternura. Pero Dios se los bendiga a mis queridos ecuatorianos serranos y lo disfruten cuantas veces quieran, especialmente en la época navideña, para recordar esa tierra hermosa de nevados espectaculares, que los vio nacer.

¡Felicidades sierra del Ecuador!



Fotos: Lorenia y blendax78




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08 diciembre 2008

EL CHOMPIPE DE LA FIESTA

Este tiempo próximo a la Navidad, cuando en Guatemala empieza la tradicional Quema del Diablo, el Día de la Virgen de Concepción, la fiesta del Día de la Virgen de Guadalupe, las posadas, los canchinflinazos y tantas costumbres nuestras, que a veces se van desvaneciendo en el tiempo, puede que para algunos sea de mucha emoción y para otros, no traiga tanta algarabía.

Recuerdo cuando yo era chiquita, mi papá ya para estos tiempos, llevaba un tremendo pavo a la casa, para los respectivos tamalitos. El pobre chumpe andaba de los más contento en el patio comiendo maicitos que le tirábamos y ni siquiera se imaginaba que se iba a convertir literalmente en el "chompipe de la fiesta".

A mi hermano y a mí, nos encantaba silbarle porque miraba de lado para arriba y hacía su ya muy distintivo glugluteo (glu...glu..glu..glu). Yo nunca he sabido por qué al hacerles ese silbidito se le alebrestan los pobrecitos, pero hacen ojos de susto. Nos daba lástima verlo amarrado y lo soltábamos para que andueviera entre el jardín y luego mi mami hacía bilis la pobre, porque arrasaba con sus rosas.

Teníamos que andar con cuidado por el patio y limpiando a cada rato, porque dejaba unos recuerditos como de a cuarto de libra y también, había que andarlo cuidando del chucho, porque en cualquier descuidito ese salvaje se lo nisflaba. El chumpe era trabajo aparte.


En varias ocasiones, mi papá tenía que convencernos de que el chompipe se había comprado para comerlo y no para que fuera nuestra mascota. Nos aconsejaba no ponerle un nombre propio porque era más fácil encariñarnos con él, y luego íbamos a sufrir. Pero muchas veces, eso resultaba inútil. Después no queríamos comernos los tamales porque nos daba tristeza.

Una vez, mi papá llevó como casi siempre, el chompipe de la navidad. Nos pareció muy raro que le silbábamos pero no glugluteaba, ni bailaba y se la pasaba un poco pensativo. Recuerdo que lo llevó bastante temprano, como a mediados de Noviembre y cuanto más tiempo lo teníamos, más nos encariñábamos con el animalito. Esta vez, fue distinto porque como a los 15 días, vi algo raro en el patio, una especie de piedra blancuzca. ¡Qué! si era que el chunto resultó chunta y andaba por allí poniendo huevos.

Por tal motivo, se le perdonó la vida. Le hiciemos su nido y le íbamos poniendo los huevitos para que los fuera empollando. Cada día era una novedad, andar buscando dónde había puesto el huevo la pava. Pero esta chompipa era algo desnaturalizada porque sólamente los dejaba por allí y nunca los calentó. Así que jamás nacieron los chumpitos.

Fue suficiente razón para que un día por allá por Marzo, la pobre "Pipi" (que así se llamaba), amaneció hecha Pepián. La verdad, nunca supe el sabor de la típica comida, porque lloré tanto por la chompipita, que creo que por eso mi mamita le pidió a mi papá que ya no llevara chompipes vivos a la casa. Así que cuando se podía, mejor se compraba ya desplumado.

Los tamales de pavo, le salían exquisitos a mi mami. Nunca he vuelto a probar un tamal tan rico, tanto que sus amistades le encargaban especialmente y ella se los hacía con gran cariño, porque a pesar de que tenía trabajo de oficina, siempre encontraba tiempo para no dejarnos sin nuestro respectivo tamalito en todas las navidades.

Por eso, aunque me sienta triste, quiero hacer honor a mi madre y volver a hacer esos tamalitos en Navidad. Claro que no voy a comprar el chompipe vivo (aún cuando aquí en New York se pueda), no vaya a ser que cuando mire al chompipito, decida ponerle nombre y ya no quiera que me lo desplumen. Pero sí voy a tratar de hacerlos con el mismo amor y entusiasmo con que mi madre siempre los preparó. Yo sé que ella va a venir a dirigirme y a ayudarme a sazonar.

Nunca me van a salir tan deliciosos, pero será otra forma de sentirla aún más cerca de mí, especialmente en estas fechas tan especiales.



EL CHOMPIPE DE LA FIESTA es un dicho muy chapín que se usa para designar a aquél que siendo inocente, resulta responsable de un problema donde hay involucrada más gente. Es como el que paga los platos rotos.


Foto:
el cadejo