MUCHÁ, YO SALÍ EN SIEMPRE EN DOMINGO

Ahora que acaba de morir Raúl Velasco, me dio nostalgia al acordarme del programa Siempre en Domingo. Allí vi por primera vez a mi novio de toda la vida, a mi Luis Miguel, todo canchito, chiquito, pegando gritos, pero siempre sexy el fregado. Bueno, a mí me gusta y qué.
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Me dio pena ver a don Velasco, días antes de su muerte, porque no estaba viejito, pero la enfermedad le atacó duro. Yo me recuerdo de él una vez que llevó su programa de variedades a la Antigua y, por primera vez, Ricardo Arjona iba a salir allí, ya con renombre internacional, y lo presentó Raúl Velasco, como todo un ídolo guatemalteco. Qué bonito, porque dijo que con Arjona se rompía el dicho de que "nadie es profeta en su tierra".
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Pero más es mi nostalgia, porque yo salí en Siempre en Domingo. Sí, yo salí haciéndole algo a la actuada, con un grupo de patojos y patojas, que si alguien de ellos lee esto, se acordará muy bien y cada uno de nosotros tendrá su propia historia de ese día tan especial.
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No se las quiero hacer larga. El asunto fue que en el Inguat trabajaba una amiga del ballet folclórico, y ella nos llamó para contarnos que el programa mexicano se presentaría en Guatemala; por lo que iban a hacer una estampa chapina del tiempo de la Colonia, para abrir el espectáculo. Tanto ella, como mi hermana tenían mucha experiencia en eso, pero yo por ser algo gordita, tenía que haber estudiado mucho y bajar unas mis cuantas libritas, para osar pararme en un escenario a hacer esas cosas. Bueno, en el colegio hacíamos comedias, cantaba para el día de las madres y una vez, me invitaron como presentadora a un festival centroamericano en El Salvador, cuando tenía 16 años.

Pero en cuerpo de baile, jamás, y esa fue mi gran oportunidad, porque ella nos invitó a mi hermana y a mí, a aparecer en esa famosa estampa. Yo toda emocionada, muchá, porque no podía creer que iba a salir en Siempre en Domingo.

Participaron también patojos de un colegio de Antigua y a todos nos dieron vestuarios distintos; a mí, al ser canchurrita, me tocó de criolla, o sea de medio española. No corrí con la suerte de usar un traje ceremonial típico, como mi hermana, pero es que esos eran para los del ballet y para los que eran de piel más morenita. Qué me iban a poner a mí esos trajes tan chulos, con mi cara de sol de lotería*.

Así que me dieron un mi vestido lila, de revuelos y mero hediondo a guardado. Recuerdo que me lo dejaron llevar a la casa y lo tuve colgado en el aire, y por más que le eché perfume no se le quitó el tufo. Los zapatos eran botines altos de correas, bien chileros.

Hicimos muchos ensayos y llegó el día de presentarnos en la Ermita de la Santa Cruz, donde los escenógrafos habían recreado un parque colonial, con su fuente y todo. La música de la estampa estuvo a cargo del maestro Lester Godínez y la Marimba del Inguat, de la cual reprodujeron el sonido como 10 veces, para que retumbara.

Una maquillista italiana fue la encargada de mi belleza..¡Ah, chish!

Mi mami me hizo un peinado alto, bien chulo, de canelones, y me pusieron florecitas en la ñola. El vestido seguía hediondo, pero no le hacía, así me lo zampé y me ayudó que llevaba un abanico muy coquetón, para espantarme el olorcito. Teníamos que caminar por el escenario, del brazo de unos muchachones, vestidos también de criollos; platicando y observando el baile del ballet, que iba a representar unas piezas del Paabanc. No bailé, eso fue para los profesionales en la caiteada.

Ah, pero qué lindo muchá. Antes de que saliera Raúl Velasco, salimos nosotros con toda la estampa abriendo el programa. Entonces se encendieron las luces, y nos empezamos a ver por las pantallotas. Se miraba eso precioso. Por allá estaba yo con mi vestidón y mi churute en la cabeza.

Lo más emocionante fue cuando el público vio que empezamos a aparecer en el escenario: comenzaron a gritar al unísono

¡GUA-TE-MALA! ¡GUA-TE-MALA!

Y eso resonaba en mis oídos, llenándome de emoción entre los reflectores y las cámaras por todos lados. Era como una foto instantánea de algo bello, pues nos quedamos unos momentos inmóviles y pelando los dientes, esperando que la música sonara para empezar con la representación.

Y la gente no paraba de gritar ¡GUA-TE-MALA! !GUA-TE-MALA!

En ese instante comprendí la importancia de ser chapina y el compromiso de hacer las cosas bien; así fueran unos minutos en televisión haciendo algo muy sencillo.

De repente, alguien gritó:

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- Silencio por favor... y... Aaaacción.

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Comenzó la marimba, pues, y los bailes del ballet del Inguat. Nosotros caminábamos y actuábamos sonriendo, y yo me abanicaba platicando con mi pareja del brazo, toda creída. Hacíamos ademanes, señalábamos a los bailarines y hacíamos como que comprábamos cosas... cuando para cerrar, salió el torito echando luces y cohetes por todos lados. Qué belleza, porque apagaron los reflectores de todos lados por un ratito, y se miraban sólamente los destellos del torito.

Es indiscutible que nuestras costumbres, trajes y bailes son de los mas hermoso que hay en el mundo.

Teminó la estampa y se escuchó una voz que decía, más o menos así:

"Público de América y del mundo, desde la ciudad de la Antigua Guatemala, Monumento Colonial de América, éste es su programa de variedades, Siempre en Domingo. Y para presentarlo, con ustedes RRRRAUL VELASCOOOO".

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¡Ja! emocionado y con la boca abierta salió, de ver tanto colorido y escuchar esa música preciosa de marimba, que sólamente en Guate se oye de esa forma tan dulce. Creo que nunca se esperó algo tan espectacular.
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Mi amiga, vestida con un traje típico bellísimo, fue la encargada de entregarle el micrófono al famoso presentador, y hasta un su chito le dio. Y don Velasco pidió más aplausos para todos nosotros. Fue muy emocionante, porque la ovación con gritos y todo, nos hizo quedar otro ratito en el escenario.
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Salimos y ya atrás, nos fuimos a tomar fotos con todos los artistas que pudimos. Por allí andaba Ricky Martin, cuando aún empezaba, con su pelito largo y sus lentes, como salía en la telenovela "Alcanzar una Estrella". Me acuerdo que la calle estaba muy oscura y cuando fuimos al carro a dejar los vestidos, Ricky iba llegando a la Ermita, no vio un típico hoyo guatemalteco y allá se fue, pues, de boca el pobre, muerto de la risa. Ya ni me acuerdo quién lo fue a levantar. Pero como siempre sonriente y buena gente.
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Con Raúl Velasco, no pude tomarme una foto, andaba medio tenso y no quisimos molestarlo mucho. Pero así era él: tan lleno de vida, tan seguro de sí mismo, tan elegantón. Tal vez, a veces, la sencillez no era parte de su personalidad, y menos en esos tiempos.
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Yo sé que mi participación en Siempre en Domingo, no fue la gran cosa y para muchos artistas, no fue nada. Únicamente una más en el grupo que hacía marco a los grandes bailarines guatemaltecos. Pero allí estaba yo, patoja, saliendo en la tele, a nivel internacional, en una estampa de mi tierra. Me siento sumamente honrada y fue una experiencia maravillosa.

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Qué pena que ya no hicieron un programa como ese y que se haya muerto don Raúl Velasco, porque gracias a él, muchos artistas hicieron su debut como tales y se dieron a conocer a nivel mundial. Hasta yo, ya vieron. ¡Ah, ya vas!
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Por allí tengo guardadito mi video donde estoy con el vestido hediondo y mi peinadón. Y aun cuando don Raúl Velasco no me dio patadita en el cutete, como lo hizo con tantos artistas que iniciaban su carrera, me dio buena suerte, porque aunque detrás de las luces, las cámaras, pero siempre en la acción, la tele ha sido mi profesión y me ha dado para la mamuncia, por muchos años.

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"Y aún hay más"...primero Dios.

Que descanse en Paz don Raúl Velasco, quien murió el día que quería, Siempre en Domingo.

Gracias, Cinzia, por esa linda oportunidad.

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*Cara de sol de Lotería: !El Sol, cachetes de gringo!

Foto: www.univisión.com