¡ POR FIN SALÍ DE MACONDO !

Por razones que ni me acuerdo, nunca había leído la famosa novela "Cien Años de Soledad", de Gabriel García Márquez (Uy, tan bárbara la Chachi). Hace unos meses, entre este mi vaivén y las largas esperas que ahora tocan en los aeropuertos, vi el libro en versión de bolsillo y no dudé en comprarlo.

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En ese mismo momento empecé a leer mientras esperaba el vuelo. Fue en todo ese viaje, que don José Arcadio Buendía, Úrsula e hijos empezaron a meterse en mi vida...o yo en la de ellos... No sé bien cómo estuvo la movida, pero el asunto fue que, de repente, estuve por casi 5 meses esclavizada en Macondo (!Va, pa' nombrecito!) .

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Púchica, ya parecía presa política del ejército de la Revolución del Coronel Aureliano Buendía. Hasta con golondrinos en los sobacos, me sentí un día de tantos. Y creo que hasta ganas de hacer pescaditos de oro me dieron en otra ocasión, o de comer los dulces de Úrsula, o de echarme un buen caitazo, al compás del clavicordio. O de ir yo misma a desenterrar el tesoro que estaba entre la imagen de San José, que al final, no vi ni a qué puñetera hora apareció.

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Nunca me había tardado tanto leyendo un libro, pero entre todo mi corre-corre, únicamente utilizaba los momentos libres, vuelos, transcursos de trenes y otros ratitos para desenvolver el revoltijo de Aurelianos, Arcadios y Remedios, que como una telaraña se enredan en la cabeza de uno y si no se tiene cuidado, resulta que al final, no se entendió ni pura rosca y por gusto se estuvo como idiota leyendo tantas vidas incestuosas, tristes, tercas, promiscuas, indiferentes, perezosas y más que todo solitarias, que tan magistralmente escribe don Gabriel García (Ve, sonó a nombre de camionetero).

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Por ratos sentía que yo también iba a terminar medio, o re-loca, igual que todos los macondenses. Ya me imaginarán por allí hablando con médicos imaginarios como Fernanda (la dizque reina), o caminando por la casa al estilo Hitler, con el brazo levantado, como lo hacía Úrsula. Lo peor era que hasta llegué a sentirme deprimida debido al desorden y suciedad, no sólamente físico, sino mental de los Buendía y demás acompañantes.

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Me di cuenta que la razón de las desgracias de todos estos, era una una maldición bíblica debido al incesto, por lo que siempre esperaban que los patojos nacieran con cola de coche por estarse emparentando entre tíos y sobrinos. Además que eran víctimas de una gran hueva que les desembocaba en depresión. O, por el contrario, la depresión les desembocaba en hueva. A lo mejor era todo junto, porque don García Márquez los lleva a ellos y a uno, metidos en una espiral que más parece remolino de inodoro, con carga y todo.

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Alagrán, de pensar que había un cuarto con 60 y pico basinicas no dejó de darme asco. Pero lo que más me llamó la atención fue que, aun cuando llevaban una vida tan loca y llena de altibajos, vivían bastantes añitos y que lo normal para todos los miembros de la familia y adheridos, era terminar medio chusemas. Aunque vivir 100 años sería tuanix, pero para pasarlos en soledad y sobada la matraca, mejor nel.

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Uy, al final, ese don Gabo acaba con toda la parentela, hasta a los 17 Aurelianos con la frente tiznada acribilló, no dejó ni uno. Pero, la muerte que más me gustó fue la desparición o abducción de la Remedios, que se fue volando hasta el cielo. Bueno, lo más probable es que todo eso lo imaginaron los demás, al fin y al cabo, todos estaban chifladines.

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Por poquito siento que yo también me voy entre el vendaval del final. Y es que la magistral escritura del autor me hizo sentir que el libro no contiene letras, sino que al abrirlo, allí siguen viviendo los Buendía, entre la gracia y la desgracia. Armando su propio mundo. Es como si se tratara de un planeta que orbita entre dos solapas. !Excepcional!

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Con todo y locos, depresivos y desventurados, no hay duda que don Gabriel García Márquez es un maestro. Admiro profundamente su capacidad de imaginar tantas historias de vida para casi todos los personajes, tanto que se podría sacar una novela de cada uno.

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Me da por exclamar !Así mero quiero escribir yo, cuando sea grande! Lo fregado es que ya estoy vieja (sólamente un poco menos que la misma novela) y ni a patadas logro sacar algo tan bueno. Únicamente me queda la admiración a este gran escritor latinoamericano y cierto orgullito del bueno, de que es colega periodista, como esta servidora.

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Pero volviendo a los 100 Años de Soledad, aún cuando la novela me atrapó y me esclavizó para hacerme vivir lo mismo que sus protagonistas, me dio mucho gusto por fin, haberla terminado de leer, porque creo que llevaba tanto tiempo en Macondo, que ya sentía que vivía entre ellos y eso, sí que estaba jodido. No sé si fue en el avión que esperaba el baboso del Gastón, o en bus, o en el tren del mediodía donde me logré largar. !No'mbre! Quién quita que me entrara lo chusemita a mí también y terminara en el Hospital Federico Mora (alias el Manicomio), en pelota y jurando llamarme Chachi Úrsula Aureliana Remedios Buendía.

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Me enteré que en Aracataca, la ciudad natal de García Márquez, hubo un referéndum para cambiarle el nombre por el de Macondo. Pero no se llegó a juntar los votos requeridos para el cambio. Pero yo creo que estuvo bueno, porque si realmente existiera Macondo, se acabaría la gracia del final de la novela. Además, está jodido ser de un pueblo, donde todos están locos.

Foto de Aracataca: http://home-1.tiscali.nl/~hanneswa/paginas/macon10.html

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