RECUERDOS DE ESQUIPULAS

Me contaba mi Papi que antes, como no había mucho transporte eran muy sonadas las romerías a pie, del 15 de enero con motivo del día del Señor de Esquipulas, el Cristo Negro que no sólamente es venerado por los chapines, sino por todo el pueblo católico de Centroamérica, México y otros países del continente.

Dice que el viaje a Esquipulas era a caballo y duraba varios días. Había que dormir en el camino y llevar comida suficiente. Según me platica, recuerda un día muy feliz, cuando iba montado en un caballito llamado Puyulo, con el sombrero de su hermano. Dice que Gritaba "Aquí voy Pa´Esquipulas, sentado en Yulo y con el sombrero de Cleto". De esas estampas de la niñez que nunca se olvidan (Sí Cleto, era mi tío).

Creo que es escasa la gente de Guatemala, El Salvador y Honduras que no tiene su foto posando frente a la Basílica. Yo no me escapo (ni modo) de una mano mi mamá y en la otra una canasta de dulces de azúcar, envueltos en papel de china y celofán. Claro, también mi abuelita con el infaltable sombrero lleno de adornitos.

Me cuenta mi hermana que en esa ocasión nos quedamos a dormir en un hotelito cerca de la Basílica, pero mi abuelita vio una cucarachita y como era bien precavida, de su maleta sacó un tremendo bote de Baygón y por matar la cuca, nos sacó revirados a todos, y hubo que esperar afuera mucho rato hasta que se fuera el tufo del insecticida. Pero se murió la cuca y todas las que hubieran querido entrar.

A los no chapines, déjenme contarles que en Guatemala, a las personas que son muy delicaditas las llaman "sombreritos de Esquipulas", por ser llenas de cositas (Ay sí, la Chachi).

Recuerdo una vez que llevamos por primera vez a Esquipulas al mayor de mis sobrinos. Ahora ese fregado ya está bien grandote y peludo, pero en ese tiempo tenía 2 años y medio. Íbamos caminando por toda la entrada adornada por el sin fin de ventas de canastas y sombreros. Pareciera que fuera una feria de colores, donde todas las tiendecitas son iguales. Me atravesé todo el corredor tomando de la mano a mi sobrinito, y al llegar al final, ya para empezar a subir las gradas de la Basílica, me doy cuenta que el nene llevaba en la mano una canastita llena de dulces.

Cuando me percaté, inmediatamente pensé en ir a devolverla, pero cuando di media vuelta, vi aquella fila de ventas todas vendiendo canastitas igualitas, no podía distinguir una de otra. ¿A quién le íbamos a preguntar si era la dueña de la dichosa canasta? No sabíamos qué hacer, pero una señora que estaba cerca al vernos tan afligidos, nos dijo "No se preocupen, yo se la regalé al nene". Creo que sólo lo hizo para tranquilizarnos. Sin embargo, al llegar al camarín del Señor, le pedimos bendiciones para quien la hubiera perdido.

Los dulces estaban bien ricos, eso ni dudarlo.

Son tantos detalles los que envuelven la romería a Esquipulas. Claro está que ahora el viaje ya no es a caballo y de varios días, como hace tantos años, pero siempre se va cantando por todo el camino y hacen caravanas hasta en moto. Vale la pena la gran asoleada, haciendo la fila para entrar a ver al Cristo Negro, porque lo que se siente allí, de frente a esa divina imagen es tan indescriptible, que cada persona podría contar una historia diferente, llena de fe, esperanza...y mucha dulzura.

Pero paguen la canasta de dulces y no le echen la culpa al nene.

Fotos: CHC & L. Sagal.
La primera es de la Imagen del Cristo Negro de Esquipulas, que sacan en procesión en la Iglesia Nuestra Señora de Loreto en Long Island, New York.
La segunda es la imagen que está en la Iglesia Presentación de María en Jamaica, Queens.

Saludos a don Teófilo Roldán, un chapín que anónimamente pone en alto el nombre de Esquipulas y el de Guatemala entera, ad honorem, aquí en New York.