BABOSADAS MIAS Y DEMAS HIERBAS

LA CHACHI, ALOCADA PERIODISTA MUY CHAPINA

18 diciembre 2010

BETO, LA HISTORIA DE UN ÁRBOL DE NAVIDAD.

Hola, mi nombre es Betito, ahora estoy pequeño, pero cuando crezca ¡voy a ser un árbol de Navidad!

Eso decía hace muchos años, un bello árbol de Abeto que crecía junto a sus hermanos y amigos en un hermoso bosque. Ellos daban salud, aire fresco y alegría a las poblaciones aledañas.


Todo empezó una tarde de primavera, cuando se posó en sus tiernas ramas, una golondrina que en el momento de saludarlo, le exclamó: !eres un arbolito muy bonito, si hasta pareces de Navidad!. Rápidamente Beto, le replicó, - No, yo soy un árbol de Abeto, estoy destinado a dar color, alegría y oxígeno al mundo. ¿Qué es eso de árbol de Navidad?


La golondrina se apresuró a contarle acerca del naciemiento del niño Jesús en Belén y cómo desde los años posteriores, alguien ideó adornar los árboles con luces y colores para recordar la vida que Jesusito vino a traernos. Porque los árboles simbolizan la vida.


- Nosotras las golondrinas viajamos siempre a diferentes lugares y hemos visto muchos árbolitos de Navidad. En las grandes ciudades los hay de muchos tamaños, y la gente baila alrededor de ellos -le contó la golondrina -. Además, le dan regalos que ponen alrededor de su tronco. Creo que ser árbol de Navidad debe ser un gran honor, pues es el centro de la celebración. Para la mayoría de las personas, si no hay arbolito, no hay Navidad.


Eso emocionó grandemente a Betito. No esperaba a crecer y ser adornado por alguien para dar la bienvenida al niño Jesús. Se imaginaba cubierto de flores de pascua, moñitas y luces, tal como las golondrinas cada año le contaban.

Aguantaba las inclemencias del tiempo y cada invierno soñaba en ser el elegido para ser el árbol de Navidad en alguna ciudad hermosa. Ése era su gran anhelo y siempre se lo contaba a la familia de ardillas que vivían en su tronco y al pajarito carpintero que todos los días venía a darle piquetitos. Ah, y a los cenzontles que hacían nido en sus ramas.

Todos los años, las golondrinas se posaban en él y venían contándole tantas cosas de los árboles de navidad que lograban ver en sus viajes. Le platicaban de algunos que llevaban a vivir a las casas y que sólo miraban por las ventanas. De otros que adornaban los boulevares como estrellas y de aquellos otros, los grandes, los bellos que colocaban en las plazas para el deleite de todas las personas.

Le contaban de las luces intermitentes, de los brichos, de los moños rojos, de las esferas de cristal y de los nacimientos que en algunos lugares construían a sus pies. Beto se emocionaba tanto, que no veía la hora de ser algún día un árbol de Navidad.

Una primavera, las golondrinas llegaron con la novedad de que habían volado a una gran ciudad llena de luz, de gente y mucha montañas de concreto, que llamaban rascacielos. Le contaron que en la Navidad pasada, habían visto un árbol enorme que adornaba el centro de esa bella metrópoli. Que la gente lo amaba tanto, que se reunían en multitudes para tomarse fotos y celebrar. Ese árbol era el Rey de Nueva York.

Pero, a pesar de que lo adornaban tanto, el árbol gigantesco tal vez era un presumido, porque nunca respondía cuando ellas le hablaban. A lo mejor por eso, la gente no podía recordar lo que simbolizaba: "La vida", y muchos ya se habían olvidado de que la celebración era para el hijo de Dios. Tanto que parecían venerar a ese árbol, más que al mismo Jesusito.

A Betito, eso lo conmocionó muchísimo y ahora sus sueños se tornaron a convertirse en el árbol más verde y lleno de vida que pudiera existir en la tierra, y así ser un día el Rey de las Navidades de Nueva York.

Desde entonces, todos las primaveras y por largos años, esperaba que sus amigas las golondrinas, le llevara noticias de aquella ciudad. Un día supo que ese enorme árbol del que siempre le hablaban se llamaba El Árbol de Rockefeller Center.

Así fue creciendo con la ilusión de ser aquél que era el centro de toda la admiración en la gran ciudad. Cada año se esforzaba en crecer verde y próspero para poder ser el escogido alguna vez.

Entre sus planes estaba llevar oxígeno, color y vida a esa urbe de concreto. Quería ver las luces y los regalos…y a la gente a su alrededor. Planeaba ser bello y lleno de vida, para que las personas recordaran que el centro de la festividad no era él, sino Dios, quien lo había creado.

Pasaron muchos años y una mañana de otoño, las viejas golondrinas volaron hasta él, casi sin fuerza sólo para llevarle la noticia de que unas personas de Nueva York, iban a llegar al bosque, ¡a su bosque! A escoger un árbol nuevo para llevarlo a vivir a Rockefeller Center. - Creemos que por fin, van a despedir a ese otro abeto presumido - dijeron las golondrinas.

Beto se expandió de alegría y abrió sus ramas más fuertes y más verdes. Estaba seguro de poder ser el escogido. Lo había soñado toda su vida…lo había planificado, tenía que llevar su mensaje de vida y amor de Dios.

Entonces pidió a las golondrinas que le contaran cómo era Rockefeller Center.
Ellas le platicaron de un parque enorme, lleno de árboles y flores, donde había lagunas, cisnes y carruajes con caballos. Le hablaron de los teatros donde la gente se reunía a ver espectáculos maravillosos y que en las calles se escuchaba música por todos lados. Que luces multicolores y gigantescas alumbraban la ciudad. Y le hablaron de una preciosa iglesia, tan bella y espectacular que se levantaba por el centro de la gran ciudad, donde tocaban las campanas que resonaban en aquella urbe, llamada Manhattan.

Mientras las golondrinas le contaban tantas maravillas, Beto se miraba en medio de los rascacielos, siendo el Rey de los árboles de Central Park. También imaginaba a la familia Ardilla y don Pájaro Carpintero, viniendo con él a vivir a la gran ciudad.

Tras un par de semanas, aquél día tan soñado para Beto, se dio. Sintío un escalofrío de emoción, cuando un grupo de personas se pararon a su alrededor y decidieron que ése mismo Abeto frondoso, verde y alto, sería el nuevo árbol de Navidad de Rockefeller Center. ¡No lo podían creer! Iba a cumplir el sueño de toda su vida. Tantos años esperando ese día.

Desde ese momento, sugirió a las ardillas y al carpint
ero, preparar sus maletas, porque se irían con él a vivir a Manhattan, a ver las luces gigantescas, el enorme parque lleno de flores, a escuchar la música y a estar cerca de la Catedral, para oir sus campanadas a la medianoche del 24 de Diciembre.















Dos días después, un grupo más grande de personas llegaron con aparatos y camiones. Beto se preparó para s
er trasladado y sus amigos, tenían listas las maletas.

Cerró los ojos para disfrutar el momento.
Sintió sumergirse en un sueño que abordaba las nubes y volaba hasta el cielo…

Fue trasladado con toda la algarabía y colocado en medio de Rockefeller Center, y las personas organizaron una gran fiesta en su honor.
Lo adornaron con luces multicolores y finos adornos. Realmente se había convertido en el Rey de las Navidades de New York.

Se fueron siguiéndolo las golondrinas, la familia Ardilla y pajarito Carpintero felices de mudarse a la gran ciudad. Se alegraron mucho al ver
lo tan hermosamente adornado. Quisieron acercarse, pero no los dejaron, había demasiada gente. Entonces de lejos le gritaron, pero no los escuchó.

Esperaron la madrugada, cuando no había nadie y silenciosamente se acercaron. Lo felicitaron por haber cumplido sus sueños:

- ¡ Beto, llegaste, te ves espectacular!-.

Pero por más que le hablaron, Beto no les contestó. Sus amigos se fueron de allí decepcionados.

- Beto también se volvió un presu
mido, sólo bastó que lo colocaran en medio de esa gran plaza, para que se olvidara de sus amigos. Vámonos de aquí. - Dijeron los animalitos, mientras regresaban a buscar otro hogar en el bosque.

Solito se quedó Beto, entre las luces, los niños corriendo a su alrededor, los villancicos y los regalos a sus pies. ¡Tan lleno de gente admirándolo! Ni siquiera se dio cuenta que sus amigos llegaron a visitarlo. Tampoco ha recordado a las personas del verdadero sentido de la Navidad: el nacimiento del niño Dios que nos trajo la VIDA.

De hecho Beto ahora está allí, en medio de Rockefeller Center, adornando la ciu
dad de los rascacielos. Las campanas de San Patricio sonarán el 24 de diciembre a la medianoche y aunque es el árbol de Navidad más famoso del mundo, él ya no siente ni sentirá nada… porque Beto está muerto.



Siembra un árbol hoy, pero no lo cortes mañana. Un árbol es vida…pero vivo.







Les invito a leer la continuación y final del cuento en Long Island al día, haciendo click aquí:
El milagro de navidad (Ultima parte del cuento)






Photo: http://gothamist.com/2009/

5 Comments:

At sábado, 12 diciembre, 2009, Blogger Unknown said...

Se me va a hacer larga la espera...

 
At domingo, 13 diciembre, 2009, Blogger Pedro J. Sabalete Gil said...

Eso, se va a hacer larga, me gusta. No tardes demasiado.

Beto...no hay mejor nombre para una aBeto navideño.

Un fortísimo abrazo a ti y los tuyos.

 
At domingo, 13 diciembre, 2009, Anonymous Anónimo said...

Chachi saludos desde Ecuador, interesante la primera parte, esperamos la continuación. Y desde ya te deseamos una feliz Navidad.

 
At jueves, 17 diciembre, 2009, Blogger klavaza said...

Qué lindo cuento Chachi, para dar calor en estas fechas, espero el final.

 
At viernes, 24 diciembre, 2010, Blogger Roberto Lone said...

Feliz Navidad Chachi!

Bendiciones!

 

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