BABOSADAS MIAS Y DEMAS HIERBAS

LA CHACHI, ALOCADA PERIODISTA MUY CHAPINA

17 diciembre 2011

CHITO, EL MAPACHE QUE ENCONTRÓ LA NAVIDAD (Primera Parte)

La historia de BETO, EL ÁRBOL  DE NAVIDAD, viajó en alas de los pájaros, que llegado el verano se encargaron de esparcir la noticia por todo el mundo.  En un bosque no muy lejano al de Beto, donde también vivían ardillas, zorritos, sarihuellas y pajaritos, también habitaban muchas familias de Mapaches cerca del río.  A ellos también llegó la historia del árbol y del milago de su regreso al bosque de los abetos.    Al l lado de un riachuelo, tenía su madriguera un hermoso mapache llamado Chito, quien vivía con sus padres y hermanos lejos de la caza humana, de las autopistas y de la gran ciudad.  

Cuando Chito se enteró de la historia de Beto en su aventura de ser un árbol de Navidad, el pequeño mapache, quien no sabía de qué se trataba ese día especial del que todos hablaban,  quiso saber exactamente de dónde venía la celebración tan anhelada. 


Preguntó primero a sus padres, pero ellos sólo sabían que era un día lindo que los humanos celebraban con gran algarabía, pero no pudieron explicarle claramente de dónde venía.  Su abuelo les contó una vez, que sus antepasados platicaban del nacimiento de un niño en un pueblo lejano, donde animales cercanos a los hombres, como las bueyes, las mulas, los camellos y las ovejas fueron testigos de un gran acontecimiento.   Sin embargo, era una historia lejana que ya casi nadie recordaba.

Dentro de su pequeño corazón, Chito tenía una gran ilusión que llenaba su pecho de ansiedad por saber quién había inventado aquella fecha.   No sabía a ciencia cierta, qué era eso tan especial que lo hacía sentir tal emoción y  un día, creyéndose  fuerte y seguro, se propuso salir en busca de la Navidad.

Aún entre los ruegos de sus padres y la insistencia de los animalitos del bosque, Chito no abandonó sus planes y emprendió su camino en busca de los deseos de su corazón.  Caminó de noche y de día entre los bosques y los matorrales, hasta que encontró a un cuerpoespín muy amable, quien le aconsejó ir hasta el bosque de Beto a preguntar sobre la Navidad, pues ellos tenían, a su parecer, la respuesta acertada.

Tras varias noches corriendo y caminado río arriba, llegó hasta aquél bosque que tenía un delicioso olor. Se parecía mucho al bosque de donde venía, con excepción de ese aroma hermoso de abetos.  Allí encontró a algunos parientes, un tanto diferentes a él, pero igualmente cordiales, quienes le brindaron comida y un lugar donde pasar la noche.  

Por la mañana, lo llevaron hasta donde estaba Beto y él le contó sobre aquella voz que salió del cielo y le devolvió la existencia.  Su nombre no lo pudo olvidar jamás, se llamaba Jesucristo, quien dijo ser la  luz y la vida misma.  Que le había prometido estar siempre con todos, hasta el fin de los días.

También le comentó de la estrella del oriente, que se iluminó enormemente la noche en que él revivió en la gran ciudad.  

Chito, el mapache, se emocionó muchísimo más al escuchar la historia maravillosa del milagro que hizo regresar al famoso Beto a su bosque, pero aún  cuando los relatos llenaban su corazón de calor y esperanza, su razón todavía no comprendía la historia de la Navidad.  Pensó entonces, en que si aquella voz que revivió al árbol, era la luz y la vida, eso era  precisamente lo que debía buscar.

Así que no habiendo encontrado la respuesta que buscaba en el boque de abetos, prosiguió su camino y se dispuso ir en busca de la luz.  Caminando por tierras desconocidas, de día y noche, en lo alto de un cerro y en medio de la oscuridad, logró divisar una ciudad grande, cuyas luces casi lo cegaban.  “Aquí es que voy a encontrar al dueño de la luz”, se dijo, y sin pensarlo dos veces, corrió hacia aquella selva de concreto.

No sabía lo que allí iba a encontrar, pero su ilusión por hallar al inventor de la Navidad, lo hizo correr con alegría y fe en que nada malo le iba a pasar.   Llegó de madrugada hasta el patio de una casa y cansado de tanto caminar, se quedó dormido al lado de un rosal.  

Apenas estaba empezando a amanecer, cuando los insistentes ladridos de un perro lo hicieron saltar y casi sin sentir, salió corriendo a esconderse entre unas macetas.  

- ¡¡Bandido, bandido tu ser bandido!!-, le gritaba el perro. 
 
- No, no soy ningún bandido -, le respondía Chito desde su escondite, sumamente asustado.
- Sí eres bandido - le replicó el perro.
 Tienes máscara de bandido.

Chito alcanzó a ver su imagen borrosa en el resplandor de una maceta de latón y se dio cuenta que por sus manchas oscuras en los ojos, el perro pensaba que era un bandido.  Desde su escondite le dijo al perro: - No soy ningún ladrón, sólo ando buscando a la Navidad.

!Navidad, Navidad!, empezó a gritar el perro dando vueltas de alegría.  Eso le dio valor a  Chito y empezó a dejarse ver. 

- ¿Acaso tú sabes qué es la Navidad y dónde la puedo encontrar? - le preguntó al perro juguetón.

-Sí -, le dijo el perrito- yo la vi, yo la vi, en la gran ciudad.  ¡Chucho va, chucho lleva a New York City!
 

El perrito llamado Chucho, le ofreció acompañarlo a la ciudad a buscar a la Navidad, ya que sus amos lo habían dejado al cuidado de un vecino, pues se habían ido de vacaciones.   Y esa misma tarde, emprendieron el camino.



Continuará... 


Foto:  http://www.emudesc.net

1 Comments:

At lunes, 19 diciembre, 2011, Blogger Unknown said...

esperando la 2da parte...

 

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