NOLITO Y SAMATÍN

Nolito era un niño un tanto soñador, pero poseía un prodigioso talento musical que lo hacía verse un poquito diferente a los demás. A veces parecía distraído, pero pasaba que siempre andaba pensando en las notas de alguna canción.

Su padre tenía como amigo a un señor, ya entradito en años, que era afro-americano y pertenecía a la religión de los Rosacruces. Era medio gordo, con voz muy ronca y se caracterizaba por un marcado acento al hablar. Todos lo conocían como Mr. Thomas.

Este "gringuito" moreno demostraba una gran debilidad por Nolito, debido a su bellísima forma de cantar, que lo situaba aún más en el lugar especial, que como angelito poseía. Siempre que lograban encontrarse, Mr. Thomas lo invitaba a un helado o a una soda, y pasaban mucho rato platicando sobre la música y acerca de ese mundo espiritual, que el niño, aunque joven parecía entender muy bien.

Le contaba el anciano que había personas que no podían trascender después de la muerte, porque tenían arraigados sus intereses en esta vida. Que se quedan encadenadas en este mundo, porque lamentablemente, sus tesoros estaban fundamentados en la tierra. Por ello, las riquezas que toda persona debía cuidar eran las que prosperaban en el cielo.

Mientras tomaba su helado, Nolito lo escuchaba atentamente, como si lo que le decía ya lo hubiera sabido. Especialmente cuando le hablaba de ese "sexto sentido latente" que todo ser humano posee y que en ello se pueden desarrollar las artes y las ciencias.

Aún cuando esa es una filosofía Rosacruz, Mr. Thomas no perseguía inducir al niño a aceptarla, tanto que el pequeño nunca faltaba a la misa como feligrés y como cantante. Su especial voz, hacía soñar a cualquiera.

Siempre contaba a todos, con entusiasmo de su gran amigo Mr. Thomas, que era un rosacruz muy amable, porque siempre lo invitaba a un helado. Pero esa amistad entre el niño y el "negrito americano" no era sólamente una afinidad, había cierta conexión espiritual, como de abuelo y nieto.

Esa conexión a lo mejor había nacido desde tiempo atrás, cuando aún no se conocían. Desde muy chico, Nolito padecía de asma y a menudo, su madre debía llevarlo al Hospital General San Juan de Dios, de la capital guatemalteca. Cerca, había una iglesia (El Señor de las Misericordias) donde se econtraba la imagen de San Martín de Porres, por quien el niño, sentía gran devoción.

Su mamá no encontraba la razón por la cual el pequeñito tenía tanto fervor por un santo negrito. A lo mejor, porque nunca en su vida había tenido la oportunidad de ver a una persona de piel oscura. Pero ella apoyaba su fe, cuando le pedía dinero para una vela y devotamente pasaba a platicar con "Samatín", como alcanzaba a llamarlo. Mientras se pasaba la velita por la garganta para luego encenderla, con su vocecita agitada por el asma, le suplicaba así:

- Ay Samatín, midá, a mi me guta cantal, pero no puedo posque me agito mucho por el asma. Quitame los ahogos, Samatín.

No hay duda que esa luz, llegó directo al cielo...

Años más tarde conoció a ese otro negrito que no tenía perro, ni gato, ni escoba, pero que le enseñó acerca de la inmortalidad del alma y de la importancia de cultivar el arte que se inspira en el espíritu.

Pero, Nolito aún no entraba a la adolescencia, cuando Mr. Thomas falleció, dejando en él un vació de esos que sólo dejan los grandes amigos. Murió víctima de su padeciemiento de siempre: el asma. Pero a partir del día en que el anciano se fue al otro mundo, el pequeño empezó a sentirse mejor y sus ahogos fueron menguando hasta que no volvió a padecer más de esos ataques tan agudos que lo atormetaban desde bebé y que muchas veces, le impedían cantar.

Pudo haber sido una simple coincidencia. Pero de lo que siempre estuvo seguro el niño fue que, según las creencias del mismo negrito Mr. Thomas, su alma encontró un sitio especial allá en la otra vida y que seguramente con fe, algún día se volverían a ver.

Ahora ese pequeñito de entonces, se convirtió en un tenor lírico.

Ya no se supo si Nolito, volvió a visitar la imagen de San Martín de Porres. Pero su voz y su gran espiritualidad siguen siendo su sello personal y siempre dedica tiempo para cantarle a lo divino.

.

De seguro el Negrito, se mantiene muy cerca.

Dedicado a Max.

____________
Estampita de San Martín:

www.terra.es