BABOSADAS MIAS Y DEMAS HIERBAS

LA CHACHI, ALOCADA PERIODISTA MUY CHAPINA

22 mayo 2009

CUIDADO CON LA CHANCLA... ¡¡Y CON EL CHUCHO!!

Una amiga nuyorkina se dedica a la venta de Bienes Raíces, se llama Sara. Siempre anda elegantemente vestida, aunque es medio patantaca la pobre. Se parece algo a mí, no en lo atolondrada (Sí pues), sino en que siempre le pasan situaciones bastante cómicas.

Recuerdo que llegó a la casa de una señora de edad (por acá, los adultos mayores suelen ser los que más venden sus casas), tocó a su puerta, se presentó y la señora la recibió muy amablemente. De forma casi inmediata, le sirvió café con galletas y hasta bromas hicieron. Lo cómico fue cuando ella le preguntó en cuánto estaba vendiendo la casa. La señora muy extrañada le dijo que no estaba pensando en vender la casa.

Sara aún más extrañada le enseñó el anuncio del periódico donde anunciaban la venta de la propiedad, aunque el pequeño detalle fue que el número de la casa, era el mismo 1437, pero en otra calle. Sin embargo la señora dijo haberle dado mucho gusto que alguien tan soriente la visitara.

Otra vez estaba vendiendo la casa de una pareja de viejitos. Éstos le proporcionaron una llave para poder enseñar la propiedad cuando ellos no estuvieran. Un día llevó unos posibles compradores, y da la casualidad que los señores no estaban en casa. Ella la mostró y se fue.

Por la tarde el dueño de casa le llamó muy imperativo: - Sara, ¿dónde está la pantufla Hush Puppies de mi esposa?

Naturalmente ella no entendió de lo que le hablaba y le preguntó al viejito qué pasaba. El señor muy enojado le dijo: Mira Sara, ya hemos dado vuelta a la casa y no encontramos la otra pantufla de mi esposa. Estaban en el cuarto y sólo aparece una. Y la única persona que ha venido a la casa eres tú...

Ella, sumamente apenada no sabía qué decir. Pero al mismo tiempo no aguantaba la risa sólo de pensar que a quién se le puede ocurrir imaginar que ella podía robarse una sóla chancleta, ¿y para qué?...

Cuando logramos vernos, tengo que llevar un post traducido al inglés para que mi amiga Sara lo pueda leer. Su preferido es la historia de la monita MIKI. Y es que a ella le gustan los animalitos y alguno de ellos han sido protagonistas de sus anécdotas.

Hace poco le tocó ir a otra casa sola. Se fijó que había un perro que ni siquiera se inmutó cuando la vio entrar, pero la sorpresa fue cuando intentó salir: el desventurado chucho le peló los dientes y se le plantó frente a la puerta. Ella muerta de miedo llamó a la dueña quien le indicó lo siguiente: "al lado de la puerta hay un atomizador con agua. Lo ponemos allí, porque nos sirve para echarle un esprayazo al perro en los ojos, eso lo desconcierta por un momento y es cuando aprovechamos para abrir la puerta y salir corriendo".

Claramente, tuvo que hacer algunos arreglos para no tener que usar el atomizador para espantar al chucho cada vez que fuera a enseñar la casa a posibles compradores. Imaginen decirle al cliente, "cuando yo abra la puerta, sale en carrera, oye". Porque allí sí que se dio el dicho de mi papá: "No todo el que te pela los dientes, es porque se está riendo con vos".

Vender casas en Nueva York, pareciera un trabajo suave, pero aún sin crisis hipotecaria, como en cualquier chance, cuesta ganarse los frijoles, pero hay que encontrarle el modo a la vida, mejor si es el lado más cómico... Me gustaría que me contaran algunas anécdotas chistosas que les hayan pasado en su trabajo.


Foto by nukeroth


6 Comments:

At martes, 26 mayo, 2009, Blogger klavaza said...

Ay chucho más listo, mirá. Ya he visto otros iguales, cuidando la salida, no la entrada. Tu cuata hizo bien en no hecharle agua, pobre perro, al fin y al cabo así cumple con su función de guardián. Y a los viejitos los hubiera mandando ya sabés a donde, pero es típico de gente muy grande apegarse a cosas insignificantes comoa una chancla. Genial. Recuerdo que cuando trabajaba en Gillette pasé una vez 48 horas sin dormir. Eran como las tres de la mañana y me hice un café. Después fui a lavarme las manos y en vez de ponerlas debajo de la secadora, puse la taza y me eché todo el café, hirviendo, encima. Por qué lo hice? Como decía mi abuelo, pregutále a Vargas. Otra vez, en el mismo lugar, salí como a las 2:00, AM siempre, y el carro hacía un ruido raro. Abrí el capó y vi un capuchón desprendido. Pues lo quise poner en su lugar. De reojo vi también a Don Pedrito, el guardia de garita, haciendo aspavientos. Pero era tarde, el agarrón eléctrico fue inolvidable. Más me dolió la risa del señor, que el toque que me dio el carro.

 
At viernes, 29 mayo, 2009, Blogger Carlos el Narrador said...

Buen día Chachi

A los terminales de las baterías de auto, aquí en el Perú, les llaman: Postes..en otros lugares les llaman bornes, son fabricados de plomo y hay uno positivo y otro negativo.

En el Perú, se suele pintar una "marquita" en el lado superior del borne. La marquita es de color rojo para el positivo y color verde para el negativo. Así se minimizan los errores al momento de conexión.

Yo trabajaba en una fábrica de baterías. Un operario nuevo llegó y le encargaron pintar los postes. Le entregaron una lata de pintura roja y otra verde. Al cabo de unas dos horas, el supervisor de producción, va a ver el avance del nuevo operaio y descubre que todas las baterías están con los postes (bornes) sin pintar...el operaio nuevo no estaba...pregunta y repregunta y le dicem que salió a la calle por la puerta...lo fue a ver y vio que estaba pintando los postes de luz de la calle.

Saludos Chachi
Carlos el baterillero

 
At viernes, 29 mayo, 2009, Blogger Carlos el Narrador said...

Hola Chachi...aquí otra vez

Esta no es una anecdota de trabajo, pero si de decires...allí va, si es que muy aburrido no caigo.

Los peruanos a los vidrios del auto, les llamamos "luna".

Una chica colombiana, estaba acompañada de un peruano en un taxi aquí en Lima. Hacía mucho calor, los vidrios de las ventanas del auto estaban cerrados y no existía aire acondicianado.

La colombiana, dice...uy, que calor. el peruano se acomide y dice: Si quieres te bajo la luna.

La colombiana, lo mira con sonrisa de poema y responde con viveza: ¿Puedes?...se refería pues al satélite terrestre o a una metáfora a lo Neruda.

Al peruano, se la ponen en bandeja y baja la luna...o sea el vidrio.

Saludos
Carlos el baterillero

 
At viernes, 29 mayo, 2009, Blogger La Chachi said...

Que risa! solo de imaginarte a vos Leon, todo bañado de cafe. Y es que son de esas cosas que pasan en momentitos en que la mente esta en otro lado.

Carlos, que divertido eso de la pintada de los postes y lo de la luna ni se diga...sin querer el otro se metio a la bolsa a la chica.

Un abrazo.

 
At viernes, 19 junio, 2009, Blogger Unknown said...

Hola Chahi, muy buena entrada, me he reído mucho. Ya que me pregunta por algo divertido, voy a empezar por contarle a sus lectores que soy veterinario, me ha pasado de todo.

Doña Lucky era una cliente mía que vivía en la zona 5 de la ciudad capital, se trata de una persona buena, honrada, de más de 50 años, con una hija, casada con un “tapicero”, analfabeta y con un perro –chucho en buen chapín- callejero y peleonero llamado Rambo.

A Rambo lo vi desde muy pequeño, tuvo sarna –aquí la gente le dice jiote-, unos parásitos, vino a sus vacunaciones, tuvo una infección urinaria, etc. Siempre representó un reto tratarlo, porque doña Lucky y yo somos personas muy distintas y nos costaba un poco entendernos, las recetas debía ser claras para que las entendieran otras personas, ya que ella no sabía leer.

A pesar de que la señora tenía un veterinario, sus condiciones y estilo de vida condicionaban el estilo de vida de Rambo. El perro se salía a la calle, peleaba con todos los perros callejeros, lo atropellaron una vez –se recuperó de milagro-, se fue varios días detrás de unas perras en celo, etc. Regresaba hasta manso de lo cansado, todo mordido, con infecciones, lleno de pulgas y completamente lleno de lodo y cualquier otra cosa en su pelo.

Le recomendé que los castrara –aquí se dice capar- para que dejara de salir a la calle a pelear, doña Lucky me preguntó si al castrarlo ya no saldría a la calle, le expliqué que su agresividad disminuiría y que podría ayudar, pero que lo más importante era mantener la puerta cerrada. Castrarlo ayudaría a que se le quitaran las ganas de salir a pelear y a aparearse.

Ella me dijo que no creía que mi sugerencia fuera a funcionar, me dijo algo como esto: “yo sé que usted es doctor, que es su trabajo, que fue a la Universidad, pero yo no creo que si lo castra se le quiten las ganas a Rambo.”

Ante tal negativa sólo me quedó preguntar el porqué, a lo que doña Lucrecia respondió con una voz seria: “porque a mí me operaron hace tiempo y no se me quitaron las ganas.”

 
At jueves, 20 agosto, 2015, Blogger La Chachi said...

Mau...qué risaaaaaaaaaaa!!!

 

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