ESOS CHINOS SON DE AL PELO

Yo creo que hay más chinos regados por el mundo, que en la propia China, con todo y eso de que es el país donde mas gente hay. Tienen fama de comerse todo lo que se mueve, por eso cuando vamos al famoso Chinatown, me ando allí mosca con lo que me trago, aunque me encanta todo, a veces entre tanto menjurje, muerdo algo que sabe medio raroso, pero no le hace.
Ir allá por Canal Street y visitar el mercado de éstos, es tuanis. Una vez, tanto me embelecé entre tal variedad de mariscos, que de pronto vi una caja llena de ranas, montadas una sobre la otra y yo con eso de la fobia a los batracios, salí en carrera pegando de gritos y mi novio me tuvo que alcanzar a maratón, como una cuadra adelante.
Pero esos chinos son realmente pisteros, no se andan con mañas para ganarse los lenes. El otro día paseábamos por la famosa Roosevelt Avenue de aquí de Nueva York (que no se por qué me recuerda tanto a la ídem de Guate, pero por allí por el Trébol), donde estaban unos chinitos con sillas en plena acera ofreciendo masajes y a todo el que pasaba, se le colgaban del pescuezo y decían “masache, masache”. Puchis, a mí me agarró uno, así de repente y me pegó un susto, que por poco le doy un su revés de “mino ude uke” que me enseñó mi papá cuando era chiquita. Pero de hacerlo, a lo mejor me hubieran regresado una voladora al estilo Jackie Chan.
Otra vez, fui a comprar una de esas tiendas de ellos, que yo llamo “de mierditas”, cuando así, de la nada, se abrió una puerta en el puro piso y salió una china cargada de babosadas, la cerró y el suelo quedó como si nada. Alagran dijimos, esta de plano se vino en túnel desde Hong Kong, o a saber de dónde. Son medio patas de chucho, también.
Se me estaba olvidando contarles de que una vez, pasaba yo por la calle, cuando vi a un chino que me hablaba, bueno yo solo entendía que me decía “choaw, chiuw, chuiw”. Pensé que me estaba preguntando algo y le puse atención, pero no, me estaba chuleando. Lo supe porque me empezó a tirar besitos y apretaba los ojitíos. Parecía loca, riéndome sola en la calle, porque me cayó tan en gracia. Ah, chino mas cuzco, de plano me vio cara de “glin cal”.
Pero con eso de la trama, son especiales. Hace poco que cayó la tormenta invernal, bailábamos del hambre, pero ni modo que saliéramos a comprar comida entre tanto viento y nieve. En eso, vi un menú del “chinese food” de la esquina y se me ocurrió llamar, para ver si se aventaban aunque sea un chomín. Y bien dispuestos estaban. Buzo el chino con los idiomas porque me preguntó en español: “¿va a quelé aló blanco o amalillo?”
Me tomó la orden y al rato vi por la ventana, que venía el chino en paso alemán, levantando las canillonas secas en la nieve, parecía gastador del desfile del 15 de septiembre. Pero, tan chulo, nos traía la comidita caliente. Con gusto le pagué y le di unos sus centavos más de propina. Estaba bien rica, y allí no estuve pensando si era gato, chucho, "latón" o si salió del centro de la tierra. Estos no son “Chinos chin ni un len”, verdad muchá. Ya me entró el hambre. Tabueno pues.
FOTO DE JACKIE CHAN: www.hkfilm.net
Etiquetas: Extranjeros, New York