LOS MESES DE LOS CUADRITOS

Gracias a Dios, tengo un trabajo y podré salir adelante, pero recordé entonces, algo que mi mamá me contaba que a ella, a su vez, le platicaron los abuelitos, respecto a los famosos meses de los cuadritos. En la antigüedad se conocían así a julio y agosto y, seguramente por las malas cosechas debido a la sequía (no estoy realmente segura por qué), mucha gente empezaba a quedarse sin dinero y no tenían otra opción que ir a empeñar los cuadros de los santos.
En esos tiempos, las imágenes de los santitos eran muy apreciadas y respetadas, por lo que les daban una cantidad justa por ellos. Ya por septiembre y octubre, las personas regresaban a pagar la deuda de los cuadros y éstos volvían al altar de casa, dándole gracias al Santo por haberles sacado del apuro.
Más tarde, cuando Guatemala se volvió más industrializada y se inició la época de los asalariados, al estar julio y agosto seguiditos y ambos con 31 días, claramente el cheque de sueldo tardaba en llegar. Esas últimas dos semanas se volvían eternas y de nuevo, la gente recurría al empeño de prendas, tal vez ya no de cuadritos, pero de cosas un poco más valiosas.
¿Será que por eso establecieron el bono 14, muchá?
Claro está que en estos dorados tiempos, si alguien tiene un santito del tiempo de los tátara o al menos de los bisabuelos, le pueden dar muy buena plata por él...y tal vez más le vale venderlo y salir de penas.
Sin embargo, he sabido (no tengo seguridad) que en Guatemala cuando alguien posee una pieza de imaginería guatemalteca, cuya antigüedad pasa los 100 años, ésta se convierte en Patrimonio Nacional. ¿Y diay?
Así que no habría modo de empeñar el cuadrito. Bueno, siempre hay coleccionistas...y uno que otro traficante de antigüedades también...¡Uyuyuy!.
Debido a la costumbre de antaño, de empeñar las imágenes, se hizo famosa la frase aquella de "Se ven a cuadritos", o sea sin dinero. Situación muy típica de nuestra Guate, que ya se ha generalizado no sólo en Julio y Agosto sino todo el año, con el dicho unísono de : "No tengo Pisto".
Mi abuelita decía que eso de andar empeñando cosas, es de mala suerte y sólo atrae más pobreza. Gracias a Dios yo no estoy de "empeño" todavía, ¡ni Dios lo quiera!, pero con esta crisis, es mejor "nunca decir nunca".
Conozco personas que bendicen las casa de empeño, que especialmente en muchas partes de Latinoamérica, se han vuelto muy famosas, ya que hay ayudado a salir de penas en verdaderas emergencias, aún cuando lo ofrecido por las prendas casi siempre dicen que es una niñería. Nunca falta un aprovechado ante la necesidad del prójimo. . .
Foto por: Rosalía de las Nieves
Etiquetas: Cuentos y leyendas rescatados por mi Mamá