Entre sus planes estaba llevar oxígeno, color y vida a esa urbe de concreto. Quería ver las luces y los regalos…y a la gente a su alrededor. Planeaba ser bello y lleno de vida, para que las personas recordaran que el centro de la festividad no era él, sino Dios, quien lo había creado.
Pasaron muchos años y una mañana de otoño, las viejas golondrinas volaron hasta él, casi sin fuerza sólo para llevarle la noticia de que unas personas de Nueva York, iban a llegar al bosque, ¡a su bosque! A escoger un árbol nuevo para llevarlo a vivir a Rockefeller Center. - Creemos que por fin, van a despedir a ese otro abeto presumido - dijeron las golondrinas.
Beto se expandió de alegría y abrió sus ramas más fuertes y más verdes. Estaba seguro de poder ser el escogido. Lo había soñado toda su vida…lo había planificado, tenía que llevar su mensaje de vida y amor de Dios.Entonces pidió a las golondrinas que le contaran cómo era Rockefeller Center. Ellas le platicaron de un parque enorme, lleno de árboles y flores, donde había lagunas, cisnes y carruajes con caballos. Le hablaron de los teatros donde la gente se reunía a ver espectáculos maravillosos y que en las calles se escuchaba música por todos lados. Que luces multicolores y gigantescas alumbraban la ciudad. Y le hablaron de una preciosa iglesia, tan bella y espectacular que se levantaba por el centro de la gran ciudad, donde tocaban las campanas que resonaban en aquella urbe, llamada Manhattan. Mientras las golondrinas le contaban tantas maravillas, Beto se miraba en medio de los rascacielos, siendo el Rey de los árboles de Central Park. También imaginaba a la familia Ardilla y don Pájaro Carpintero, viniendo con él a vivir a la gran ciudad. Tras un par de semanas, aquél día tan soñado para Beto, se dio. Sintío un escalofrío de emoción, cuando un grupo de personas se pararon a su alrededor y decidieron que ése mismo Abeto frondoso, verde y alto, sería el nuevo árbol de Navidad de Rockefeller Center. ¡No lo podían creer! Iba a cumplir el sueño de toda su vida. Tantos años esperando ese día.
Desde ese momento, sugirió a las ardillas y al carpintero, preparar sus maletas, porque se irían con él a vivir a Manhattan, a ver las luces gigantescas, el enorme parque lleno de flores, a escuchar la música y a estar cerca de la Catedral, para oir sus campanadas a la medianoche del 24 de Diciembre. 
Dos días después, un grupo más grande de personas llegaron con aparatos y camiones. Beto se preparó para ser trasladado y sus amigos, tenían listas las maletas.
Cerró los ojos para disfrutar el momento. Sintió sumergirse en un sueño que abordaba las nubes y volaba hasta el cielo…
Fue trasladado con toda la algarabía y colocado en medio de Rockefeller Center, y las personas organizaron una gran fiesta en su honor. Lo adornaron con luces multicolores y finos adornos. Realmente se había convertido en el Rey de las Navidades de New York.
Se fueron siguiéndolo las golondrinas, la familia Ardilla y pajarito Carpintero felices de mudarse a la gran ciudad. Se alegraron mucho al verlo tan hermosamente adornado. Quisieron acercarse, pero no los dejaron, había demasiada gente. Entonces de lejos le gritaron, pero no los escuchó.
Esperaron la madrugada, cuando no había nadie y silenciosamente se acercaron. Lo felicitaron por haber cumplido sus sueños:
- ¡ Beto, llegaste, te ves espectacular!-.
Pero por más que le hablaron, Beto no les contestó. Sus amigos se fueron de allí decepcionados.
- Beto también se volvió un presumido, sólo bastó que lo colocaran en medio de esa gran plaza, para que se olvidara de sus amigos. Vámonos de aquí. - Dijeron los animalitos, mientras regresaban a buscar otro hogar en el bosque.
Solito se quedó Beto, entre las luces, los niños corriendo a su alrededor, los villancicos y los regalos a sus pies. ¡Tan lleno de gente admirándolo! Ni siquiera se dio cuenta que sus amigos llegaron a visitarlo. Tampoco ha recordado a las personas del verdadero sentido de la Navidad: el nacimiento del niño Dios que nos trajo la VIDA.
De hecho Beto ahora está allí, en medio de Rockefeller Center, adornando la ciudad de los rascacielos. Las campanas de San Patricio sonarán el 24 de diciembre a la medianoche y aunque es el árbol de Navidad más famoso del mundo, él ya no siente ni sentirá nada… porque Beto está muerto. Siembra un árb
ol hoy, pero no lo cortes mañana. Un árbol es vida…pero vivo.
A lo mejor un cuento predecible, pero así de predecible es el daño que estamos causando a nuestro planeta al cortar los árboles. Photo by Hijirik
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