BABOSADAS MIAS Y DEMAS HIERBAS

LA CHACHI, ALOCADA PERIODISTA MUY CHAPINA

24 abril 2006

EL TITANIC, PA' QUE JODIDOS


No me dejarán mentir que hay días, cuando uno no quiere ni bañarse y no es porque uno sea shuquillo, lo que pasa es que se siente uno de la patada. Bueno, una tarde de chuchos de esas, estaba con gripe, medio deprimidona y me puse a buscar algo que ver en la tele. Alagran, no había nada. En los canales locales, los programans deberían llamarse todos: “los siempre”. Los famosos talk shows, y especialmente ese donde los hombres siempre son cholcos y se llaman “el desgraciado” y la mujeres siempre dicen que no tienen pisto y con el pelo pintado. Yo no sé, quiénes serán más mucos, si los que salen allí o los que los producen, o los que los miran.

Por otro lado, las novelas mexicanas, en las que siempre hay una mala, una chismosa, una boba llorona, un idiota que se cree chulo, sin decisión propia. Que si fuera mi marido, ya lo hubiera dejado por mula.

En los canales de películas, solamente había de balazos, de pandillas y de unos que andaban buscando un restaurante White Castle, que me pregunto cuánto pagarían por la publicidad tan larga. Para que al final dieran a entender, que sólo los brutos y los drogadictos comen esas hamburguesitas. De todos modos, ya la había visto.

Entonces me acordé que me prestaron la lica del Titanic, que por azares del destino nunca fui a ver al cine. Me contaron que era buena y me dispuse a verla. Así que me fui a la cocina a traer unos mis tor-trix y un mi fresquito y me instalé a ver el famoso rollo del barcon que se hundió.

La fotografía estaba tuanis, el Leonardo, ni se diga. Aunque siempre me ha parecido un tanto, cara de gringo asorocado. La historia de amor, nada fuera de lo común, poca diferencia de las mexicanadas en lo del rollo medio imposible. Pero lo bueno para mí, no era la paja de los chavos, sino que lo histórico, el vestuario, escenografía y demás hierbas de producción. La escenita del carro empañado, me gustó y qué bueno que no fue en un volswagen, porque en lugar de poner la mano en el vidrio, hubieran tenido que sacarla por la ventana, junto con las patas y hasta la cabeza y sólo dejar lo principal adentro.

Lo del dibujito no me gustó, como siempre explotando a al sexo femenino y para nosotras hubiera sido mejor, que el que saliera en pelota, fuera el Di Caprio. Hasta mas taquilla hubieran hecho, ¿no creen?

Como a media lica, me eché un mi cuaje, porque parece casamiento hindú, de tan larga que es.

Ah, muchá, pero cuando llegaron a toda la tragedia, qué feo. Y, con ese bajón que tenía, pensaba que era yo la que estaba en todo el tormento del naufragio, hasta ahogo sentía, pero para nada le daba al stop. Seguí viendo y lo peor fue cuando empezó a salir todo ese muertal congelado. Puchis, me empezó a dar frío. Y todos los cadáveres blancos allí, me puse a chillar a moco tendido, de pensar que todo eso realmente pasó.

Se acabó la lica y lo único que conseguí fue estar mas hecha huevo, perder 3 horas viendo una tragedia más heavy, que mi vida en ese momento y brava porque no vi en pelota al Leonardo.

Así que mejor me levanté, me bañé y me puse a oir un mi disquito de marimbas. Puse “las chancletas de Nayo Capero” y me alegré un poquito, acordándome de las zarabandas de Guate, donde se paga una choca y pasan a la mara debajo de un lazo, para darle al caitazo.

Moraleja: Cuando estén deprimidos, no miren películas como el Titanic, a menos que sean mazoquistas y les guste hacerle hoyo a la sufridera. Mejor, acuérdense de algo chistoso y ríanse aunque sea solitos. Y eso no quiere decir, que uno ya se chusemeó. Adiós pues.

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17 abril 2006

UNA MUELA ENTRE EL ALBOROTO

Ya pasada la Semana Santa, todo vuelve a la normalidad en Guatemala. Algunos, se sienten con el alma menos pesada, porque se dedicaron a las actividades piadosas de guardar ayuno o hacer oración, según sea su religión. Muchos católicos, por ejemplo, cargaron las procesiones, participaron en los vía crucis y hasta fueron a misa de resurrección bien tempranito en la mañana, y así tuvieron todo el día para darle mate al pescadito seco que sobró.

Otros, por el contrario, empezaron la semana de pascua quemados de sol como camarones, o con goma física y moral, porque en lugar de estar conmemorando la pasión de Cristo, se la pasaron chupando y en lugar de rezar, algunos le dieron vuelo a la hilacha de vuelta entera allá en el puerto o en Pana.

Pero entre las satisfacciones de pasar Semana Santa en Guate, está la de disfrutar en casa de deliciosos platillos y de una que otra chuchería de la calle. Así lo hacía doña Mery, una señora muy querida, pero un tanto despistada, que suele ir a ver las procesiones de la Burriquita y de San José, justamente en el Parque Colón. Pero una vez, le pasó algo que raya en lo increíble.

Con su hija adolescente, acostumbraba comprar unos dulces conocidos como Alborotos (que los hay de maicillo o de pepitoria), con un vendedor ya conocido y ese domingo, no fue la excepción. Empezaron a degustar el típico entremés, cuando ella horrorizada exclamó:
- ¡Mija, mirá que asco, este alboroto trae una pedazo de muela pegada!

- ¡Uy mama, que shuco ese viejo que vende los alborotos - le contestó la hija con gran escrúpulo – vamos a reclamarle, cómo va a ser eso.

Así lo hicieron, se dieron la vuelta y con tremenda náusea, se dirigieron a la venta de dulces, para reclamarle al vendedor, el sucio descuido de permitir que un pedazo de muela, quién sabe de qué boca, hubiese sido incluida dentro de los ingredientes de un Alboroto.

El vendedor, muy asustado y sorprendido, pidió mil disculpas y juró no saber qué pudo haber pasado. Les aseguró que entre su sencillez, se preocupaba porque cada dulce se le entregara con la mayor higiene. Pidió el pedazo con todo y pieza de muela, para poder reclamar a su proveedor. De todas formas, muy avergonzado, devolvió el dinero entre la sorpresa y también con cara de náusea guardó “el cuerpo del delito”.

Ambas, se dispusieron a tomar camioneta, casi vomitando. El bus tardó en pasar y mientras esperaban, doña Mery con la lengua, empezó a sentirse un agujero dentro de la boca y le dice a su hija:
- Ay no se qué pasa, pero me siento un hoyo en la placa, como que me faltara un diente.
La hija se dispuso a medio examinarla y de repente asustada y muerta de risa le dice:
- Mama, ese pedazo de muela que encontró en el alboroto, ¡era suyo!

No dejaron de reírse por un buen rato. Mas, un tanto avergonzada, pero pensando en recuperar su muela para luego, hacerla pegar de nuevo a la placa y, considerando lo caro que le había salido el Alboroto, no dudó en regresar a la venta de dulces y proceder a un segundo reclamo: que se le devolviera su pedazo de muela. Pero acordaron hacerlo con cierta táctica.

Llegaron hasta la venta y le dijeron al ingenuo tendero:

- Mire don, no se preocupe, deme el alboroto con la muela y le doy el dinero otra vez, ya me dio pena por usted, que se vaya a poner en molestias, hasta problemas puede tener. A cualquiera le pasa un accidente. Además nunca antes, había pasado cosa semejante.

Pero el vendedor muy decente les dijo que de ninguna manera. Que eso le iba a servir para reclamar, porque era una asquerosidad encontrar un pedazo de muela pegado a un dulce. Por más que insistieron, no les quiso devolver nada.

Así que a doña Mery, no le quedó otra que no hacer más alboroto por el Alboroto y regresó a su casa con un hoyo en la placa, con una muela menos y aún con el antojo de haberse comido un delicioso dulce típico de pepitoria y rapadura.

Yo, solamente pienso en el que preparó el famoso Alboroto, quien ha de haber recibido un bárbaro reclamo y ha de andar aún rascándose la cabeza, buscando algún agujero donde case el pedazo de muela.
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Foto Dulces Típicos: Alejandro Farfán

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12 abril 2006

LA SEMANA SANTA ES LA MISMA Y CADA QUIEN CON SU MODO

En todas partes, los cristianos tenemos formas especiales de remembrar los pasos que por esta tierra marcó el mero jefe, nuestro Señor Jesucristo y la vida de los Santos. Todo va acorde a nuestra experiencia. Por ejemplo, las imágenes de los europeos, son casi siempre canchitas, de piel blanca. Los mormones, por su lado, sacan es sus películas a un Jesús, que tiene cara de gringo de esos que andan Panajachel. Bueno cada quien busca la forma de identificarse con el personaje y de seguro, ha de ser de Utah el actor.

Allá, en Chiantla, Huehuetenango, representan la pasión de Cristo en vivo. Se montan todo los fierros. Aunque deberían de no llevárselas de salsas y tomar unas sus clasecitas de actuación, porque ese su cantadito al hablar, no hay quien se lo cale: ¿Cuándo vinooo, cuando
se vaaaa, esos güiirits son suyooos?

Ay los chiantlecos, son algo lentos, la otra vez les quise hacer un reportaje, y el alcalde, creo que pasó la consulta, empezando por el presidente del comité de no se qué; después, por la doña que dizque cuida a la Virgencita de Plata y hasta, yo digo que por el que vende carnero en el mercado. En eso, se terminó la Semana Santa y no alcanzaron a tener una respuesta para verse a nivel internacional. Yo digo que pensaban que el reportaje iba a ser de una pastorela.

Cuando vi La Pasión de Gibson, me recordé de los romanos de Chiantla, que se ponen en la cabeza unos sus cascos cuyo accesorio principal es un cepillo de escoba, no importa si es nuevo o si ya echó sus barriditas. Los latigazos, son bien chafas, el chicote va teñido de rojo y cuando hacen como que le pegan al actor, le pintan la espalda con anilina y le van dejando unos rayones que le chorrean como sangre. Algo así han de hacer también en Hollywood, pero no digo nada, porque los chiantlecos son capaces de asegurar que a ellos, les fueron a pedir consejo para filmar la lica. Porque son meros soñadores, no ven que de allí ha salido mucho músico, poeta y lo que sigue.

Pero en la pasión que dramatizan en Totonicapán, el que está crucificado, cuando le toca exclamar las 7 palabras, no dice “Tengo Sed”, sino “Tengo sequía” y la segunda, aunque no le toque decir eso, como le gustó el guarito que le dieron en la esponja dice: “Tengo sequía, otra güelta”

Donde realmente me sacaron de onda fue en Sevilla, donde la Semana Santa es una belleza. Esa ciudad es hermosísima, tal vez una de las mas bonitas de Europa. Pero, aun cuando las procesiones son de gran lujo y orden, la solemnidad y el arte de los chapines es algo incomparable.

En Sevilla, la Virgen Dolorosa de la Macarena sale toda enjoyada y preciosa, llena de esmeraldas que representan la Esperanza. Porque su nombre real es “Virgen de la Esperanza Macarena”. Qué linda es y va, en un anda de plata de gran esplendor. Los sevillanos la admiran muchísimo y se sienten tan compenetrados con ella, que a su paso le aplauden en forma flamenca y le gritan “Ole, morena guapa, que linda os veis”. Puchis, eso mas parece cantineo a una traida, que honores a la imagen de la madre de Dios, pero allá cada quien con sus costumbres, verdad.

Y hablando de imágenes de vírgenes y santos, yo respeto mucho lo que significan para nosotros los católicos. Son sólo eso, una imagen que representa la vida de una persona excepcional, por su vida dedicada a Dios. Lástima que sus rostros, siempre tienen caras de eterna pena. Yo sé que muchos han sido mártires, pero allá en le cielo, de seguro deben estar bien contentos. El otro día, con mi un amigo estábamos viendo fotos en un libro de imaginería y ningún santo se estaba riendo. Casi todos tenían cara, como si les hubieran machucado un callo a los pobrecitos.

Por eso, me encanta la del Divino Niño de los colombianos, que esta con las manos para arriba y va de reírse. Si Diosito es amor y alegría. Con tanto sufrimiento, se nos asustan los fieles y cada día, somos mas pocos. En fin, con que nos quedemos los 144 mil, es suficiente. Digo yo, pues.

Bueno, las imágenes de Jesusito que representan la pasión, no hay de otra, que deben expresar el dolor, para recordarnos que murió por nosotros. Ojalá esta Semana Santa nos sirva para tomar conciencia de eso y no la aprovechemos para andar por allí de bolos y de golosos. Para todo hay un momento mis patojos.

¡Ajá! Ya han de haber notado que soy algo cachureca, pero más que todo, bien metiche. Siempre he dicho que los periodistas tenemos licencia para estar toda la vida, donde nadie nos invita. ¡Shute que es uno! Me conformo con entrar al cielo, aunque sea, como decía me abuelita, con “invitación de cuero”.
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Miren una su peliculita pues, por ejemplo, "Demetrio el Gladiador" o "The Passion" de Gibson, comiendo pan de yemas y haciéndole otro poco, para no estar tristes si están lejos de nuestra tierra linda de procesiones y alfombras, porque si andan de sufridos, los pueden agarrar de modelos para esculpir santitos. Pero cuídense los callos, por si acaso, no se los vayan a machucar.
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Foto Mel Gibson dirige a Jim Caviezel, el protagonista de La Pasión del Cristo. © 2003 Icon Distribution Inc. Newmarket Films: Philippe Antonello.

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04 abril 2006

¿SERA QUE LAS PROCESIONES PESAN COMO LOS PECADOS?

A mí me encanta todo lo que tiene que ver con las procesiones de Semana Santa. Es que me quedo maravillada con tanta belleza. Particularmente me gustan más las de la capital, tal vez por ser mi ciudad y también, porque son preciosas. Las de Antigua no se quedan atrás, claro. Ni se diga del trabajo extraordinario que implica hacer un anda y el pisto que eso lleva.
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Además, admiro muchísimo a las personas que cargan. Ese fervor y la fe con que lo hacen es sencillamente, loable. Tengo unos primos que desde chiquitos y durante mucho tiempo, cargaron en casi todas las procesiones. Tan lindos ellos, tenían listos sus turnos y sus trajes para cargar desde muchos días antes. Ahora dicen que ya cumplieron bastante con la devoción, pero les encanta salir a verlas, como a mí. Pero, cuando eran más patojos, mi tía les decía que mejor, les iba a poner un puesto de frescos en los pasos procesionales, para que al menos sacaran el pisto de los zapatos que gastaban de tanto andar taloneándose las procesiones.

Tradición que tanto mi tía, como mi mamá, dejaron de ejercer desde hace mucho tiempo, cuando aún solteras hace casi 50 años, fueron a una procesión de Santo Domingo y no había nadie que cargara a San Juan; entonces, muy devotas se apuntaron con otras muchachas. Dicen que en toda la ruta, no hubo quién les hiciera gallo y desde que salió el anda por la mañana y hasta que llegó por la tarde, se fueron cargando al santito. Increíble, pero cierto. Dicen que ellas, al menos platicaban, pero las otras dos que venían cargando, todas las horas se fueron mudas, las pobres.
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Creo que con eso purgaron todos sus pecados habidos y por haber. Nosotros no nos imaginamos cómo no pudieron alegar, pero dicen que, como se trataba de una imagen divina, ni modo que la dejaran allí tirada. Lo malo es que regresaron a la casa, medio muertas de cansancio y de la risa, con el hombro y los pies hinchados. Lo bueno es que tienen buen humor.

A mí me fascina salir a ver las procesiones o mirarlas por la tele, especialmente las del Viernes Santo, cuando pasan por la Plaza Central. Pero, para eso de cargar soy mera chambona. Es que creo que me quedé traumada desde una vez cuando era chiquita, que pasó una procesioncita en frente de mi casa. Era la imagen de la Virgen de Dolores y yo, como siempre tan shute, dispuse que quería cargarla.

Me metí entre todo el muchachalito, que como yo, andaban de noveleros y digo que, porque me vieron robustita, rapidito me jalaron para cargar. Ulugrún muchá, ya como a media cuadra, iba yo literalmente, con la lengua de fuera y sudando a chorros. Cómo pesaba la bendita anda y eso que era pequeña, de la iglesita de la colonia. En eso venían unos patojos que cómo jodían y cuando me vieron se empezaron a reír y decían: -¡Miren, miren a la Chachi, a saber cuantos pecadotes tiene encima que ya no aguanta a la Virgen!

No ustedes, si hay quienes tenemos los hombros sensibles y además, no solamente así se purgan los pecados. También, cuántos podría tener yo, así chiquita. Ahora, a lo mejor, pero de eso no les voy platicar, ni modo que confesionario pues.
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El asunto fue que la señora que iba a cargo de la procesión, mejor me sacó rapidito y dijo: -Que se salga esta pobre patojita, se ve que ya no aguanta, de seguro viene desde lejos. Yo me hice la babosa y me salí rapidito, porque de plano no se fijó que por allí nomasito me había metido a cargar. Entonces, sí deseaba que se hiciera realidad el puesto de frescos de mis primitos, para que me invitaran a uno, porque salí de la amontonazon, medio muerta y hasta pesando menos, digo yo. Ya sentía que me pasaba lo que a mi tía y a mi mamá, por andar de acomedidas.
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Así que, a las procesiones voy a admirar el arte, a elevar mi espíritu y a confirmar mi fe con la alegoría y las marchas. Imagínense si todos fuéramos cargadores, no habría gente viéndolas, ni quien tomara fotos y se comiera cuanta charada de hartazón que venden en la calle. Tan sinvergüenza yo, verdad.
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Foto: www.galeriadelcucurucho.com

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