Antecito de la Navidad, mi Negrito y yo, decidimos irnos a tomar unas fotografías de estudio. No vayan a creer que fuimos a esos donde lo peinan y maquillan a uno, para aparecer en la foto lo más chulo que se puede salir en toda la vida. No, nos fuimos a una de esas tiendas por departamentos, que de paso, tienen foto-estudio. Es que desde hacía tiempo, queríamos tomarnos unas así posadas, para mandarle a toda la mara. Nos chancleamos (bueno, no tanto) y nos fuimos al estudio para que nos hicieran una sesión especial, como esas que les hacen a los artistas. !Ah, chish!
No me dio tiempo a ir a un salón a peinarme y, tampoco lo creí tan necesario porque según yo, me había peinado muy bien. Mi Negrito escogió uno de sus tacuches y tratamos que, como debe ser, su corbata fuera del mismo color de la de mi vestido. Sí pues, todos creídos los patojos.
Pero las cosas desde un principio no nos salieron como lo habíamos pensado. Las dizque fotógrafas, sólamente nos entraron a una salita donde nos hicieron llenar todo un formulario, que más parecía que era para ingresarnos a un hospital, que para tomarnos fotos. Se llegó el momento de la sesión de fotografía y, para nada, las chavas nos revisaron si acaso estábamos despeinados o desarreglados. No, de una sola nos pasaron al estudio. Yo, como siempre coqueta, les pregunté si no había una salita como para terminarse de arreglar uno. - No - me dijeron -, sólamente está ese espejo.
Púchica allí únicamente se miraba uno de medio cuerpo y hasta algo nubladón. Yo esperaba ver a la par el montón de cepillos y peines, spray para el pelo y, hasta como ponen en los pueblos en Guate, un saco colgado de un clavo. ¿Lo han visto alguna vez? Yo sí. Me parece muy chistoso ver que todos los hombres del pueblo, salen en la foto con el mismo saco. Sólo pa´que vea la gente que son de a tacuche. Mi abuelito me contaba que antes, también ponían un sombrero, para que vieran que eran de a sombrero. !Sho, pues!
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Yo pensaba ver también el estudio como los de las fotos de por allá por donde yo, que le ponen a uno hasta un balconcito, florecitas y demás charaditas para que se vea el asunto un tanto adornado. Nada muchá, con suerte corrimos de que hubiera una cortinita medio arremangada.
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La cosa es que nos empezaron a tomar aquel fotal, que si de un modo, que si de otro y no había para nada un espejo, donde retocarse las greñas. O ver si no teníamos brillo en la cara. A mí, en lo particular, me cae como patada en el trasero, tomarme fotos. A pesar de que piensen lo contario, nunca me ha gustado estar en frente de una cámara (a pesar de mi profesión). Pero esta vez, quise hacerlo, para poner una bonita imagen en la sala de casa.
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!Bonita, será! Bueno, al terminar de tomar las fotos. Nos sentaron a que escogiéramos las que nos habían gustado. Ustedes, aquí entre nos, no me gustó ni una, especialmente cómo salí yo. Puchis, en todas, no sabía si estaba viéndome a mí, o a una pintura maltrecha de Botero. !Ulugrún! ...No nos quedó de otra que escoger las que consideramos más o menos mejores. Y nos salieron con la sorpresita de que nos las entregaban en 10 días. Ah, pero sí nos cobraron hasta las peladas de dientes. Carísimo.
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Me quedé pensando toda la tarde en lo útil que hubiese sido para mí, un sombrero como en los pueblos, al menos para taparme la cabezona de sandía que me salió y, de paso, me lo hubiera puesto de medio lado, para disimular un poco los chachetes de gringo... !Lotería!
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Recuerdo que esa tarde, nos fuimos a un parquecito y con nuestra camarita digital, nos tomamos unas fotos entre flores y cerca de un lago con patitos. Muy chulitas quedaron esas. ¿Saben qué? están más bonitas que las del estudio, claro, yo siempre gordita y el otro con sus canitas, pero más frescos y alegres. A lo mejor, uno se chivea de que lo estén poniendo de un lado y de otro en una sala fría. Mejor la naturaleza.
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Bueno, se llegó el día de ir a recoger las benditas fotos. Y cuando nos las enseñaron, yo como siempre, toda decepcionada, las vi así como de reojo. Pero lo chistoso fue que al mismo tiempo que yo suspiré despechada un "Toy muy gorda", mi negrito decía "Toy muy viejo".
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Al final, ninguno de los dos quedamos muy contentos con las caras y medio posadas fotos. Tanta gastadera para que solamente nos mostraran nuestra realidad. Las llevamos a casa y las que ampliamos, están en un lugar especial. No sé si ya nos acostumbramos a vernos, pero ahora no nos miramos tan mal. Y toda las personas que ven las fotos, nos dicen que son preciosas.
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Ahora, me queda la duda, si es que en esa foto yo me veo fea, y todos dicen que estoy linda con mi cabezota y todo, ¿cómo seré entonces en la vida real? !De veras que estoy jodida, muchá! Pero es que cada quien tiene su ángulo y como que esas pizarrinas fotógrafas, para nada nos hicieron el favor. A mí pues, porque mi Negrito se mira re lindo. Pero, lo mismo dice él de mí.
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Termino el pensamiento con una carcajada y con la conclusión de que la gente común como nosotros, que no estamos todo el tiempo tomándonos fotos, tenemos diferentes ideas de nuestra imagen. Tenemos alrededor de tres: Como nos sentimos (jóvenes, chulos); como quisiéramos ser y como realmente somos. Pero lo bonito está sentirse uno bien y aceptarse como es. Y que el alma siempre esté alegre.
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Porque saben qué, a pesar de vernos nosotros mismos, yo re gorda y mi Negrito, viejo (que no lo es), nuestras miradas son las importantes. En ellas hay un valioso reflejo que atrapa lo mejor: El sentirnos tan felices de estar juntos y de querernos mucho. Él sigue siendo mi "Neguito lindo" y yo, su "Muñequita preciosa" , aunque salgamos en las fotos, como un par de monitos.
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!Que viva el Amor!... Feliz Día de San Valentín 2007.
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Etiquetas: Negrito y yo, Nueva de 2007