CHIVO NO ES SÓLO EL BARBUDO CON CACHOS

Como estudiante nunca fui de las peores, aunque no era buena para la matemática, física y todo lo que tuviera que ver con fórmulas y números, tampoco estuve entre las regulares, eso quiere decir que en los actos cívicos estaba un poco cansada de caminar hasta adelante y que todo el mundo me viera, pero siempre hacía lo posible para no llevar la bandera, no porque no tuviera la capacidad para merecerla (modestia aparte vos Chon), sino porque me daba hueva ya que pesaba mucho.
Así que no me atrevía a hacer chivos, no sólo porque por algún descuido iba a perder mi bien ganada reputación del cuadro de honor, sino también porque me daba un gran miedo; sólo con el hecho de pensar en sacar uno en el examen se me arralaba todo. Me sudaban las manos y hasta ganas de ir al baño me daban. Siempre admiré a los que copiaban, porque se las jugaban todas. Yo en cambio, recurría al viejo truco de estudiar (la nerda).
Ya en los estudios superiores, pensé que esa habilidad de compresión, lo conjugaba muy bien con el uso de la palabra escrita, así que ofrecía mis servicios para hacerle los trabajos a los que no se les daba muy bien la escritura de ensayos. Cobraba, en ese tiempo, 100 quetzales por trabajo, o un perfume francés ...ji ji ji. Se me hacía tan fácil escribir de diferentes formas el mismo ensayo, que llegué a ganar mi buen pisto. A veces, el ensayo vendido, tenía mejor nota que el mío. Gajes del oficio. (No se lo cuenten a nadie).
Pero siguiendo con lo de los famoso "chivos" en alrededor de 20 años de estudios, pude ver de toda clase y osadías. Desde los que se escribían en la entrepierna, hasta los más elaborados como uno que se puso una chava en el brasier, agarrado por un hule. Cada vez que quería copiar se metía la mano por la abertura de la blusa y se jalaba aquél tremendo acordeón. Cuando el profesor hacía algún movimiento, simplemente soltaba el papel, que se enrollaba de nuevo y quedaba fuera de la vista. Una gran estrategia, si no hubiera sido por el "taz" que hacía el hule cada vez que lo soltaba, que fue lo que la delató. Dice que cuando llegó a su casa, tenía bien colorado entre las chiches. Hasta a mí me dolió sólo de pensarlo.
Eran bien comunes los de ruedo del pantalón o de la falda del uniforme. Los del reverso del brazo; entre los dedos de la mano, meterse el papel a la boca, o simplemente sentarse encima del libro. Cuando la teconología empezó a florecer, las calculadoras con teclado alfabético, fueron muy usadas y hasta los chivos a control remoto, con un audífono y alguien "soplando" afuera de la clase.
Unos llegaron al colmo de escribirlo en el cielo falso, así que cuando vieran para arriba buscando ayuda celestial, la encontrarían. Me pregunto si mejor hubieran usado todo ese tiempo para estudiar, les hubiese ido mejor.
Aquí entre nos, el único que me atreví a hacer una sóla vez en mi vida, fue con la ayuda de otro compañero que se admiró de mi manera de estudiar para recordar las clases de ciencia económica. Usaba una especie de símbolos, por ejemplo: un muñequito en movimiento y al lado, unas monedas significaban: Activo finaciero.
O éste, que simplemente significaba: Curvas de Indiferencia (Microeconomía).
Así que mi compañero tuvo la flamante idea de ponerlo a lo largo de todo el pizarrón, y lo explicamos a toda la clase. Claro que para enterder las claves y los símbolos, tendrían que haber estudiado para tener al menos, una idea.
Cuando el catedrático llegó, no le permitimos borrar la pizarra, porque "se trataba de un trabajo de semiología" que teníamos que copiar. Así quien tuviera dificultad para memorizar, encontró en mis sencillo método de jeroglíficos un excelente aliado. Ahora, el que no le halló, es porque realmente no tenía ni idea, pasó de noche o simplemente tenía que dedicarse mejor, a la pesca.
Creo que durante la historia, los estudiantes hemos encontrado los mejores trucos para recordar en un examen. Nunca fui chivera, pero ayudé a muchos, con o en contra de mi voluntad, pero me siento contenta, porque algunos compañeros me ayudaron a entender lo que se me hacía difícil.
Al menos no hice las de mi Negrito, quien dice que en un examen de Derecho, cuando vio que no sabía nada (porque no había estudiado), puso el nombre de uno que ni llegó y lo entregó. Al salir los resultados, le reclamó al catedrático su calificación, lo hizo tan seguro, que lo convenció que había extraviado su test. Así que se lo volvió a hacer, pero esta vez tuvo más tiempo para estudiar (y creo que para saber qué venía en el examen). Sinvergüenza...pero así fuera con todos los laureles, !a mí nunca se me hubiera ocurrido!
Así que no me atrevía a hacer chivos, no sólo porque por algún descuido iba a perder mi bien ganada reputación del cuadro de honor, sino también porque me daba un gran miedo; sólo con el hecho de pensar en sacar uno en el examen se me arralaba todo. Me sudaban las manos y hasta ganas de ir al baño me daban. Siempre admiré a los que copiaban, porque se las jugaban todas. Yo en cambio, recurría al viejo truco de estudiar (la nerda).
Ya en los estudios superiores, pensé que esa habilidad de compresión, lo conjugaba muy bien con el uso de la palabra escrita, así que ofrecía mis servicios para hacerle los trabajos a los que no se les daba muy bien la escritura de ensayos. Cobraba, en ese tiempo, 100 quetzales por trabajo, o un perfume francés ...ji ji ji. Se me hacía tan fácil escribir de diferentes formas el mismo ensayo, que llegué a ganar mi buen pisto. A veces, el ensayo vendido, tenía mejor nota que el mío. Gajes del oficio. (No se lo cuenten a nadie).
Pero siguiendo con lo de los famoso "chivos" en alrededor de 20 años de estudios, pude ver de toda clase y osadías. Desde los que se escribían en la entrepierna, hasta los más elaborados como uno que se puso una chava en el brasier, agarrado por un hule. Cada vez que quería copiar se metía la mano por la abertura de la blusa y se jalaba aquél tremendo acordeón. Cuando el profesor hacía algún movimiento, simplemente soltaba el papel, que se enrollaba de nuevo y quedaba fuera de la vista. Una gran estrategia, si no hubiera sido por el "taz" que hacía el hule cada vez que lo soltaba, que fue lo que la delató. Dice que cuando llegó a su casa, tenía bien colorado entre las chiches. Hasta a mí me dolió sólo de pensarlo.
Eran bien comunes los de ruedo del pantalón o de la falda del uniforme. Los del reverso del brazo; entre los dedos de la mano, meterse el papel a la boca, o simplemente sentarse encima del libro. Cuando la teconología empezó a florecer, las calculadoras con teclado alfabético, fueron muy usadas y hasta los chivos a control remoto, con un audífono y alguien "soplando" afuera de la clase.
Unos llegaron al colmo de escribirlo en el cielo falso, así que cuando vieran para arriba buscando ayuda celestial, la encontrarían. Me pregunto si mejor hubieran usado todo ese tiempo para estudiar, les hubiese ido mejor.
Aquí entre nos, el único que me atreví a hacer una sóla vez en mi vida, fue con la ayuda de otro compañero que se admiró de mi manera de estudiar para recordar las clases de ciencia económica. Usaba una especie de símbolos, por ejemplo: un muñequito en movimiento y al lado, unas monedas significaban: Activo finaciero.
O éste, que simplemente significaba: Curvas de Indiferencia (Microeconomía).
Así que mi compañero tuvo la flamante idea de ponerlo a lo largo de todo el pizarrón, y lo explicamos a toda la clase. Claro que para enterder las claves y los símbolos, tendrían que haber estudiado para tener al menos, una idea.
Cuando el catedrático llegó, no le permitimos borrar la pizarra, porque "se trataba de un trabajo de semiología" que teníamos que copiar. Así quien tuviera dificultad para memorizar, encontró en mis sencillo método de jeroglíficos un excelente aliado. Ahora, el que no le halló, es porque realmente no tenía ni idea, pasó de noche o simplemente tenía que dedicarse mejor, a la pesca.
Creo que durante la historia, los estudiantes hemos encontrado los mejores trucos para recordar en un examen. Nunca fui chivera, pero ayudé a muchos, con o en contra de mi voluntad, pero me siento contenta, porque algunos compañeros me ayudaron a entender lo que se me hacía difícil.
Al menos no hice las de mi Negrito, quien dice que en un examen de Derecho, cuando vio que no sabía nada (porque no había estudiado), puso el nombre de uno que ni llegó y lo entregó. Al salir los resultados, le reclamó al catedrático su calificación, lo hizo tan seguro, que lo convenció que había extraviado su test. Así que se lo volvió a hacer, pero esta vez tuvo más tiempo para estudiar (y creo que para saber qué venía en el examen). Sinvergüenza...pero así fuera con todos los laureles, !a mí nunca se me hubiera ocurrido!
![]() by Sjany |